• Eso que llaman amor…

Eso que llaman amor…

Nos Cayó el 20

Introducción

En este episodio exploramos el mundo del trabajo, y en particular la división sexual del trabajo. ¿Por qué algunos trabajos son dominados por hombres y otros por mujeres según su rol de género? ¿Por qué el trabajo realizado por mujeres ha sido históricamente precarizado e invisibilizado? Dos mujeres trabajadoras del hogar y una enfermera nos cuentan sus realidades laborales en sectores de trabajo realizado mayoritariamente por mujeres.

(Sonido: se descuelga auricular) (Sonido: teléfono da tono)

Yolanda Segura:

Mi amiga Lore terminó con su pareja por los trastes. Bueno, no tienes que indagar mucho más para que ella admita que hubo otros problemas, pero siempre insiste en que a final de cuentas fue por los trastes sucios.

Carlos y Lore se conocieron, empezaron a salir y unos meses después buscaron un departamento para vivir juntes. Al inicio todo bien, pero como cada relación con el tiempo salieron detalles, verdades y… se acumulaban los trastes si Lore no limpiaba. A pocos meses Lore se dio cuenta que Carlos no solo no limpiaba, sino que no sabía limpiar. Nunca había aprendido y a veces usaba eso como excusa para evitar hacerlo. Llevó a que Lore lanzara una investigación personal, empezó a observar más. Cuando Lore iba a reuniones familiares, fiestas con amigues o eventos, se empezó a fijar, en su mente desarrolló todo un sistema para categorizar a la gente.

Escuchamos a Lore:

Lore:

Pues está la banda que no piensa dos veces en dejar todo sucio.

Yolanda Segura:

Dos…

Lore:

Luego está la gente que insiste en ayudar y tal vez lleva los platos hasta el fregadero, ¿sabes? y el anfitrión insistiendo: “no, yo lo hago, no pasa nada.”

Yolanda Segura:

Tres…

Lore:

Hay personas, casi siempre mujeres, que insisten en ayudar en lavar su plato y a veces los platos de alguien más.

Yolanda :

Y cuatro, la última categoría...

Lore:

Cuando la conclusión sea como: “Déjalo, déjalo, mañana viene...” y ahí siempre dicen un nombre. Siempre es de una mujer, la trabajadora del hogar.

Yolanda Segura:

Carlos había crecido en una familia que contrataba a una trabajadora del hogar, pero Lore no. En su familia, desde chiquita, entre ella y sus hermanas se repartían las tareas.

Lore:

Yo me acuerdo cuando era chica, pues en mi familia después de la comida, siempre estábamos yo, mis hermanas, mis primas así limpiando en la cocina y los hombres sentados de sobremesa. Me acuerdo que una vez me quedé con ellos a platicar y neta no habían pasado ni cinco minutos cuando se asoma mi tía preguntándome que qué hacía que fuera a la cocina ya y allí es cuando dije: “Algo está pasando aquí”.

Yolanda Segura:

Empecé a pensar en esto, el trabajo que no se considera trabajo. Todo lo invisible que hacemos las mujeres –y no estoy hablando solo de limpieza– sino de cuidado, muchas veces con un componente emocional y afectivo.

(Sonido: alguien presionando teclas de un teléfono)

Yo soy Yolanda Segura y estás escuchando “Nos cayó el veinte” un podcast que nos acerca a diversas realidades durante la pandemia. Para conectar. Escucharnos. Una moneda tras otra.

(Sonido: moneda deslizándose por la ranura del teléfono)

El episodio de esta semana: “Eso que llaman amor”.

(Sonido: cae la moneda)

Yolanda Segura:

Hay que decirlo, hoy tocamos un tema complejo ya que cruza con muchos otros: género, raza, clase, economía, derechos humanos, todo a la vez. Estoy hablando del trabajo y concretamente de la división sexual del trabajo. Para este episodio hablamos con mujeres que se dedican al trabajo del hogar o al trabajo de cuidados. Una nota, como bien saben estamos en plena pandemia y algunas entrevistas se realizaron de manera virtual, por eso se cortan a veces.

Pati:

Pues mi mamá nos enseñaba: “Tienes que hacer las cosas, tiende tu cama…” nos ponía tareas, más que nada, mi mamá. “¿Sabes qué, te paras y tiendes tu cama, limpias los espacios, te toca el baño, el patio…” o sea todo, cada quien de mis hermanos teníamos un quehacer.

Yolanda Segura:

Ella es Pati, tiene 48 años y vive en Iztapalapa. Es trabajadora del hogar y actualmente trabaja de entrada por salida en cuatro casas. Le cambiamos el nombre para proteger su privacidad.

Pati:

Es que yo recuerdo que una de mis hermanas, me llevó con una de mis tías –ya falleció papá– y nos llevó a trabajar con mi tía a hacer quehacer, tenía como unos, iba a cumplir 15 años cuando me llevó con mi tía y la verdad tengo muy malos recuerdos de ahí (risas) que en verdad la tía pues decíamos nos iba a apoyar o algo, pues éramos niñas más que nada y mi hermana tenía 14 años. Mi tía, pues hasta abría los vasos: “hay que volverlos a lavar…” entonces me llevo muy mala experiencia.

Yolanda Segura:

Desde hace siglos las mujeres se han dedicado a todo lo relacionado al hogar, el cuidado, la educación de les hijes, eso que consideramos “la vida privada”. Mientras tanto, los hombres salían de casa y ocupaban “la vida pública”, digamos el trabajo remunerado, la política, la academia, etcétera. Esto se conoce como la “División sexual del trabajo” y se refiere a cuando la sociedad organiza y asigna el trabajo entre hombres y mujeres, según los roles de género. Como estos roles tienen un valor distinto socialmente, entonces la división sexual del trabajo se traduce en desigualdad. Platicamos con Indra Rubio del Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir.

Indra Rubio:

Entonces cuando las mujeres nos insertamos al mercado laboral pues este arreglo económico pierde –esta división sexual del trabajo– pierde vigencia porque aun cuando las mujeres ya estamos tomando más espacios en la vida pública, pues no así los hombres han tomado estos espacios al interior de los hogares haciéndose cargo de estas tareas de cuidado y de limpieza, etcétera, pero que está implicando pues un arreglo injusto entre hombres y mujeres.

Yolanda Segura:

En pocas palabras, las mujeres llegaron al mundo laboral formal a trabajar, pero los hombres nunca llegaron a la casa a asumir su parte del trabajo del hogar. Las mujeres asumieron una doble o hasta triple jornada, no hubo una redistribución social del trabajo del hogar. Quienes tienen posibilidad de pagar estas tareas, contratan a una trabajadora del hogar y casi siempre es una mujer, pero aunque sea un trabajo remunerado, se sigue considerando como un trabajo de mujeres y por lo tanto no se valora, es decir, el trabajo del hogar históricamente ha sido precarizado y se invisibiliza y discrimina a las trabajadoras del hogar. Hablamos con Yolanda Fuentes, una trabajadora doméstica que también trabaja en el Sindicato Nacional de Trabajadores y Trabajadoras del Hogar.

Yolanda Fuentes:

Pues yo me enteré del Sindicato por un programa de televisión. Pues yo lo vi una vez y esta compañera que le digo que se fue muy enferma, yo la vi, ella tenía YA más de 20 años trabajando ahí y dije: “Nombre, esta compañera se va a morir” ¿no? perdón, pero dije: “¡Está muy mal!” y pues yo decía “¿Cómo le hago para que la señora la liquide?” porque pues no, ¿cómo 20 años de trabajo y ya se fue a su casa y sin nada? y entonces mis hijos se metieron a internet y dieron con el sindicato y me dijeron: “Má, está en tal lado y así y así…” y pues no sabía yo y dije yo voy a ir a ver si llego, total pregunto, ¿no? Sí llegué, en esos días iba a ser el 30 de marzo, día de la trabajadora del hogar, entonces yo creo que yo vine como jueves y me invitaron a ir a la alameda al festejo, a las pláticas que iba a haber ahí en la alameda, y pues hasta yo eh y dije: “Ay, ¿qué hago aquí? pues qué hago aquí, no conozco a nadie! y eso. Y muy amables las compañeras: “Pasa compañera siéntate acá y allá...”. Entonces pues de ahí ya empecé a venir a los talleres y pues el ver, el ver que las compañeras algunas están bien, otras están más o menos y otras están peor, y oirlas y escucharlas, para mí el venir a los talleres era como un escape, como el decir, yo estoy bien, me siento en familia con ellas y para mí el venir a los talleres es una cosa que me revive. El saber, el involucrarme en los problemas y que alguna compañera te platica y pues a veces uno les da un apapacho, una palmadita y para ellas está perfecto.

Yolanda Segura:

Yolanda y Pati reflexionan sobre cómo la sociedad ve a las trabajadoras del hogar y cómo ella se siente sobre su trabajo.

Yolanda Fuentes:

Se ve como un trabajo denigrante, porque muchas de nosotras hasta cuando le preguntan a uno: “Oye, ¿dónde trabajas?” “En una oficina, barriendo y trapeando en una oficina”. Entonces el trabajo es denigrante, no sé si las compañeras lo vean como una vergüenza, por decirlo así, para ellas o se les hace que es poco, que es un trabajo malo, no sé, no no sé explicarlo, pero pues no, digo es un trabajo muy digno, a mí me gusta mucho porque me gusta lo que hago. “¿Cómo que trabajas en casa?” digo, todas las amas de casa trabajan en casa y no tienen sueldo, nosotras trabajamos en casa y tenemos un sueldo. Entonces yo no le veo el por qué, pero poco a poco pues vamos a ir haciéndoles conciencia a las compañeras que no es un trabajo denigrante, este trabajo es bien digno.

Pati:

Pongo mi música, me pongo aquí a cantarlas como la “chimoltrufia” y pues empiezas el quehacer, me encanta, la verdad me encanta y he visto muchas personas que se quejan, pero no, ahorita ya mira como que le agarré bien el ritmo y me encanta, me encanta, en verdad. Cuando sí está laborioso las cosas, más que nada sabes bien son los baños y las cocinas, son las que son más laboriosas, pero pues ya les vas agarrando el modo a las cosas y ya.

Yolanda Segura:

También ambas nos compartieron los retos.

Yolanda Fuentes:

Yo estuve trabajando por varios años de planta, entonces había momentos que me daban mi hora de comer, por ejemplo a mí me decía la señora: “Es que usted come muy lento” “Señora es que yo así me gusta comer y sentada” o sea, yo desde un principio le dije que yo me gustaba disfrutar mi comida y sentada. Y nos daba nuestro espacio para comer y es, o sea siempre igual con las limitaciones de que nos dan un plato de plástico a nosotras, un vaso de plástico, diferente a ellos, ¿no?

Pati:

La persona esta me dice: “¿Sabes qué? yo nomás lo único que quiero es que me sacudas todo, me sacudas todo” y después yo: “Ok sí perfectamente”. Y van pasando… yo iba cada día, cada viernes iba. Y ya después ya me empezaba a sacar la ropa de la niña, después ya me empezó a sacar la ropa del marido y después ya me decía: “¿Sabes qué? quiero que me planches la ropa de mi esposo…” no, discúlpame ahí sí yo sí dije: “A ver perame tantito, eso es muy aparte, eso la lavada, la planchada”. Pues se disgustó y pues la verdad no te pagaban lo que era bien.

Yolanda Segura:

En estas anécdotas, tanto Yolanda como Pati pusieron un alto, sin embargo, muchas trabajadoras del hogar están desprotegidas y no ponen límites por miedo a perder su trabajo. Ambas tienen algo muy claro.

Pati:

Es un trabajo, pero la gente no lo ve así, es como por decir así, tú no vas a hacer el quehacer y nada más.

Yolanda Fuentes:

Nosotras como trabajadoras debemos de aprender que es un trabajo, yo no trabajo porque me quieran o porque quiero. Voy a trabajar por mi salario y pues yo creo que cuando nosotras las trabajadoras lo entendamos y los empleadores lo entiendan, que no es por trato, es por un sueldo. Entonces debemos de separar sentimientos con sueldos, ¿no? por decirlo así.

Yolanda Segura:

Escuchamos a Indra de nuevo.

Indra Rubio:

Ha sido parte de la lucha feminista, desde la economía feminista nombrarle, por un lado que es trabajo ¿no?, y por otro, que al ser trabajo, es necesario que se le reconozca y sea realizado bajo condiciones dignas. Les decía yo en un inicio, cuando este trabajo de cuidados lo realizan las hijas, la esposa, la abuelita, pues no es pagado y eso porque se asume que ese es un rol, ese es el rol de las mujeres, ser las responsables del cuidado, del cariño, de los afectos, no hay que dejar de lado que esa parte es importante para nuestra construcción como sociedad y como seres sociales desde que somo niños o niñas, y cuando estas actividades no pueden ser realizadas por una mujer al interior de los hogares, ya sea porque no esté, o bien, porque estas mujeres ya están insertas en el mercado laboral, pues estas tareas se delegan a otras mujeres que lo hacen de manera remunerada, que son las trabajadoras del hogar. Ahí viene un conflicto que el tema de cómo inicialmente se asumió que las mujeres nacemos inmediatamente con una noción clara de cómo se cuidan los hijos, de cómo se hace el arroz, de cómo se va al super, no se le adjudica que para que tengamos ese tipo de conocimiento y habilidades tuvo que haber una formación, diría yo, desde que somos niñas ¿no? desde que se nos va adoctrinando y estamos viendo constantemente que las mujeres en nuestra casa son las que van a preparar la comida, son las que comen al último, son las que se encargaron de la gestión de la fiesta navideña. En todos lados estamos viendo, en estos comerciales, tanto de productos de limpieza, que es la mamá la que está haciendo este trabajo y pocas veces –o digamos nunca– vemos que este rol se ha compartido también entre los hombres. Entonces cuando las mujeres, cuando las trabajadoras del hogar asumen estos trabajos de manera remunerada, no se le da el peso realmente que tiene la profesionalización de hacer cada una de estas actividades y tener el conocimiento y hacerlo de una manera eficaz y eficiente, y es ahí en donde viene la lucha también del movimiento de las trabajadoras del hogar, en este reconocimiento en que el trabajo del hogar tiene y necesita los mismos los mismos derechos que el resto de los otros trabajos porque implica un tiempo, una dedicación, una profesionalización, y creo en ese sentido que para el movimiento de trabajadoras del hogar es una lucha, como una capa aparte en la que además de defender sus derechos laborales es una lucha también contra una discriminación histórica de género y otra también de etnia, porque también sabemos que muchas de las mujeres que empiezan a trabajar en este sector son mujeres migrantes, son mujeres indígenas, que vienen de comunidades de otros estados hablando aquí en México y llegan a las zonas urbanas a instalarse en este tipo de trabajos. Otra vez porque se asume que al ser mujeres, esa actividad la van a saber hacer desde un inicio y por otro lado se cruza precisamente en esta noción de que el trabajo de cuidados o quienes realizan esta actividad, pues lo hacen digamos por una noción afectiva y entonces se confunde y viene a colación esta frase que hemos oído un montón y muy peligrosa que es que “son como de la familia”, que no es cierto, no son como de la familia porque no tienen las mismas condiciones ni tendrán el mismo peso de su voz. Están ahí porque están recibiendo un pago y sus condiciones no van a ser las mismas que de una familia, entonces es perverso esta relación o este argumento porque se desdibuja que es trabajo y que por tanto requiere y significa la defensa de unos derechos y unos criterios específicos y diferenciados por completo de lo que sería una relación afectiva, es decir, las trabajadoras no están ahí porque son buena onda o porque les gusta –o sea les puede gustar, claro que les gustará su trabajo– pero no, no están ahí haciendo este trabajo por una relación afectiva con las personas de esta casa y eso es importante empezar a hacer esta diferencias y hacer estas divisiones porque si no se desdibuja una noción de trabajo y se disfraza de afectividad.

Yolanda Segura:

Yolanda e Indra nos comparten sobre el movimiento de las trabajadoras del hogar.

Yolanda Fuentes:

Pues nuestros derechos son de que tenemos un horario de comida, un horario de entrada, de salida. Pues ahorita el más reciente es el derecho a la seguridad social –que vamos muy lentas, pero ahí vamos– a un trato digno, es el principal, siento yo que es el principal, un trato digno. Y por ejemplo yo siempre he recalcado de que cuando uno le dice al empleador: “Es que yo tengo derecho a un horario” es: “¿Y quién te dijo que tú tienes derechos?”, y cuando uno no sabe, pues ni habla uno porque pues quién “a mi me dijo fulana que tenemos derechos…” pero entonces yo siempre recomiendo a las compañeras que en el artículo 13 de la Ley Federal de Trabajo estamos contempladas, que tenemos derecho como cualquier trabajador y siempre les digo a las compañeras, cuando un empleador te pregunte quién te dijo que tienes derecho sólo dile eso.

Indra Rubio:

La lucha que han tenido las trabajadoras del hogar ha sido esencialmente por el reconocimiento en nuestras políticas públicas y en nuestra legislación de que el trabajo del hogar necesita los mismos derechos que el resto de los trabajos, y esto afortunadamente ya se logró y claro que no fue fortuito, fue gracias al trabajo, a la organización de organizaciones como CACEH y del mismo Sindicato Nacional de Trabajadoras y Trabajadores del Hogar para que nuestras leyes en México quitaran esta noción de discriminación que todavía hace un par de años estaba avalada en la Ley Federal del Trabajo. Actualmente ya contamos con esa reforma a la Ley Federal del Trabajo, a la Ley del Seguro Social, donde se estipuló también la creación de un programa piloto a partir de la sentencia de la Suprema Corte de Justicia, que fue justo porque una trabajadora del hogar hizo exigir sus derechos después de años de trabajo, en la que no se le reconoció su antigüedad una la liquidación conforme a derecho. Actualmente ya la Ley Federal del Trabajo y la Ley del Seguro Social lo reconocen, también en México, el gobierno de México, ya ha ratificado y ha entregado el convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo, este convenio estipula, es el marco internacional más importante que vela por los derechos de las trabajadoras del hogar y que ahora entrará a rango constitucional también aquí en México. Digamos que en ese sentido ha sido unos logros, pero ahora lo que sigue es precisamente esos derechos sean sustantivos para todas las trabajadoras del hogar, estamos hablando que en México hay cerca de 2.4 millones de trabajadoras del hogar, pero desafortunadamente únicamente 1 de cada 10 trabajadoras del hogar cuenta con un contrato escrito y también 1 de cada 10 trabajadoras del hogar cuenta con seguridad social. Es decir aunque ya tenemos ahora este programa piloto de incorporación a la seguridad social con el que se busca que ellas puedan tener acceso a una pensión cuando sea su retiro, a atención médica, a servicios de guardería para sus hijos o hijas, pues la voluntad en este caso de quienes les emplean no ha sido, pues yo diría, la esperada, porque a octubre de este año tenemos inscritas cerca de 27 mil trabajadoras del hogar, esto es 1.1% del universo de la población. Estamos hablando también de que pues prácticamente el 99% de las trabajadoras del hogar siguen trabajando en precariedad dado que sus salarios en promedio nacional estaba en $3,000 mil y tantos pesos, esto es un salario que no alcanza a cubrir las necesidades realmente de la población y también sabemos que cerca de 1 de cada 3 trabajadoras del hogar son el ingreso principal de sus hogares, entonces estamos hablando que son muchos hogares que tienen los recursos contados y además que si no tienes un contrato, sobre todo por ejemplo en este contexto de pandemia, los casos en los que los despidos injustificados pues no se hicieron esperar.

Yolanda Segura:

La precariedad laboral que siempre han enfrentado las trabajadoras del hogar se agravó aún más con la pandemia. Las trabajadoras del hogar ya no fueron “requeridas”. En algunos casos la invitación fue ir a vivir con les empleadores para evitar contagios, pero eso significaba dejar a su familia.

Yolanda Fuentes:

Pues pasa que a muchas las despiden, casi a las de entrada por salida, ¿por qué? porque nosotras andamos en el transporte y vamos a llevar el virus o les dicen “te vas a quedar un mes sin salir porque... ¿o lo tomas o lo dejas?”, entonces pues la que puede quedarse dice bueno, me quedo, la que tiene la necesidad de quedarse, se queda. Y la que dice tengo hijos, a quién se los dejo o estoy a cargo de mis papás, quién los va a cuidar, entonces dice pues me voy porque no se puede quedar, ella se quisiera quedar, pero no se pueden quedar porque tienen otra responsabilidad. Entonces automáticamente la despiden, entonces ahorita hay mucho desempleo más que nada para las que no pudieron quedarse en los diferentes trabajos y pues igual digo, bueno, tanto los empleadores salen a la calle, como nosotras, pero resulta que nosotras somos portadoras y ellos no, ellos son inmunes, entonces volvemos a la discriminación hacia nosotras, porque nada más nosotros podemos pescar el virus, ellos no. Perdón, no sé si sea bien, pero ¿ellos por su dinero no se les pega el virus?

(sonido de moneda entrando y cayendo por la ranura de un teléfono público)

Bloque 2

Yolanda Segura:

Ahora volteamos hacia otra rama del tema de la división sexual del trabajo. La Enfermería es ejercida mayoritariamente por mujeres. María Eugenia tiene 46 años. Es enfermera quirúrgica y trabaja en el Hospital General Ajusco Medio, un hospital que ahora es 100% COVID.

María Eugenia:

Realmente la gente piensa que nosotras no tenemos corazón, pero hoy te puedo decir que sí lo tenemos, les hemos llorado a los pacientes, hemos llorado la pérdida, les hemos llorado porque aparte se van solos, sin que nadie esté más que nosotras, nosotras vemos el momento en el que se nos van, no están los familiares, ¿y quiénes son las que están con ellos? nosotras y nosotras todo ese tiempo desde que estuvieron, desde que llegaron al hospital nos miraron a los ojos, no querían entubarse, no querían estar en ese hospital, hasta en la hora a la que a lo mejor se fueron a su casa o que fallecieron, nosotras somos las que estamos ahí. Bueno, ni el médico ha estado con ellos, somos las únicas en este momento que tomamos eso de “somos familia” para los pacientes, ¿no? Somos su apoyo. Ha habido personas que cuando se tienen que entubar nos dicen: “No se vaya señorita, agárrame la mano, quiero que esté usted conmigo cuando me duerman”. Es horrible, es horrible, créeme, es horrible. Y si salen y les quitan el tubo ahí tenemos que estar para que nos vean, “Socorrito aquí estoy, respire, respire profundo, mire le vamos a poner el oxígeno por su naricita o le vamos a poner una mascarilla para que respire mejor, respírele, ya le quitamos el tubo, va a estar todo bien”. Imagínate, en esta época, en esta pandemia ser enfermera es muy duro, porque eres enfermera y eres familia.

Yolanda Segura:

Ser enfermera requiere estudios y una constante actualización, pero hay otro elemento: el cuidado, y entonces, regresamos a la división sexual del trabajo. Este cuidado se traduce en un vínculo emocional con les pacientes, como si fueran familia. Y es curioso, porque las personas con COVID no pueden ver a sus familiares, al igual que María Eugenia no puede ver a los suyos.

María Eugenia:

Yo vivía con mi mamá, en casa de mi mamá, con mis hijos. Es una casa grande, con mis hijos que son dos adolescentes de 14 y 15 años –niña, mujercita y hombre– mi esposo y yo. Con mi familia, somos una familia integrada por dos hermanas, un hermano, papá, mamá y dos sobrinos. O sea la familia era grande y la casa pues grande, entonces era ir y después a casa, ver a los hijos, hacer de comer si no es que mi mamá o mis hermanas hacían de comer y convivir con la familia, ayudar a las tareas, con mis hijos. Hoy día ya no, hoy día sólo vivo en un departamento muy pequeñito con mi esposo y bueno porque pues él trabaja, yo trabajo. Pues hoy día yo te puedo decir que solo yo entre cuatro paredes por ejemplo ahorita, ¿no? y a mis hijos no los veo más que una vez a la quincena cuando ellos me solicitan algo o necesitan de mí, pues tengo que verlos, pero los veo por una ventanita y antes de que me dijeran que fuera yo positiva, iba los domingos de cada quince días, iba yo a verlos a dejarles sus necesidades, dinero, despensa, lo que fuera, lo que me pidieran ellos. Y ya ahorita que ya me dijeron que soy positiva y nada más hablo con ellos por el whatsapp o messenger, y lo peor es que la mayoría del personal de enfermería y médico pues así está como yo, en un cuarto o en un departamento aparte, los hijos están con los abuelos, con los hermanos, con los primos o se los llevaron al rancho, allá van a estar mejor y pues extrañas, realmente extrañas.

Yolanda Segura:

Justo antes de la entrevista, María Eugenia recibió la noticia de que tiene COVID-19. Aquí en México y en todo el mundo las enfermeras están en el frente de la batalla, pero ¿cómo le hacen para seguir día a día?

María Eugenia:

En la jornada del día, llegamos a prender nuestro celular con música, eso nos anima un poquito y nos desestresa, tanto a nosotros como a los pacientes. Creo que me considero un poquito ruidosa en el ámbito del trabajo, soy muy alegre y yo bueno, cuando estuve yo en el piso, mis compañeras prendían su celular, cantaban, estaba la canción y yo les cantaba y le decía a los pacientes: “Canten, anímense, ya que nosotras, si no nos escuchan a nosotras, pues ustedes canten, ¡ándenle! aplaudan y platiquen entre ustedes, lean un libro...” o nos hacían preguntas. A la salida de nuestra jornada nos apoyábamos en, por ejemplo, los que tenían tiempo para salir era el personal de intendencia, ellos salían como a mediodía, algo así, entonces hacíamos como que antes de entrar al servicio, a las 7 de la mañana, hacíamos como que una, recolectábamos dinero para que ellos nos salieran a comprar ya sea fritura, papas, agua, fruta, dulces, lo que fuera ¿no? para que nosotros cuando saliéramos estuviera eso. Ya sabíamos que cuando... “¡andale, animate! ya, ya vamos a salir, nos vamos a chupar una paletita, nos vamos a comer un dulce”. Mandábamos a comprar pizza, entonces ya salíamos y: “¡Ándale! ya, ya nos espera algo para comer afuera. ¡Ándale! ¿en qué te ayudo?” , “no que en esto y aquello…”, “¡órale!”, pues sólo así nos animábamos, entre nosotras. O que necesitas salir al baño, “no pues ponte a contar para que se te olvide o ponte a cantar”, “no, no puedo”, “pues entonces baila para que se te quiten las ganas”. O son cosas de las que en la jornada pues hacemos entre todas, nos animamos unas a las otras haciendo esto.

Yolanda Segura:

El trabajo que realizan tradicionalmente las mujeres en el espacio privado, comparte características con el trabajo que se les ofrece en el mercado laboral. Cuando a un trabajo se le asigna la idea de “femenino”, se traduce en mayor precariedad laboral, sueldos bajos, el avance lento del desarrollo profesional y la carencia de una pensión digna para el retiro, entre otras cosas.

María Eugenia:

El personal de enfermería y médico de algunos o muchos hospitales estamos sin base, no tenemos base, no tenemos prestaciones, no tenemos servicios médicos, no los tenemos. No tenemos riesgo de trabajo, en mi caso no lo tengo, no tengo una base, no tengo un salario digno, no tengo ISSSTE, ni seguro, no tengo nada, entonces imagínate si yo me enfermara.

Yolanda Segura:

Después de escuchar la experiencia de María Eugenia le preguntamos una última cosa. ¿Y a ti? ¿Quien te cuida a ti?

María Eugenia:

Mi esposo (risas) es un hombre maravilloso, él llegó a mi vida realmente, él me hace de comer (risas) él hace de comer, él me prepara el desayuno y como sale antes que yo, él me prepara de comer o a veces cuando sale más, mucho más temprano él ya está ahí a las puertas del hospital esperándome. Él es el que me cuida y yo soy la que lo cuida a él, así estamos y yo lo cuido, él me cuida.

(sonido de moneda entrando y cayendo por la ranura de un teléfono público)

Yolanda Segura:

Todo esto me hace pensar en lo indispensable que es el cuidado. La mamá de María Eugenia para sus nietos, María Eugenia para cada uno de las y los pacientes que atiende, y el esposo de María Eugenia para ella, y ella para él. Vamos con Indra de nuevo.

Indra Rubio:

Si estas mujeres no pudieran estar ahí, si no realizaran estas actividades, ¿Quiénes realmente lo harían? ¿Se podría vivir si nadie estuviera en casa limpiando, lavando ropa, haciendo la comida? No, la respuesta es no.

Yolanda Segura:

¿Estamos de acuerdo que el cuidado es algo fundamental para la sociedad, ¿para todes? ¿Cómo es posible que no valoramos algo tan crucial para nuestra existencia y bienestar? Como sociedad, ¿Cuándo vamos a empezar a valorar el trabajo doméstico y el trabajo de cuidados? ¿Y a reconocer y respetar los derechos humanos y laborales de quienes se dedican a ello?

Indra Rubio:

Por un lado está el Estado en su responsabilidad, en generar las condiciones tanto de política pública como normativa en la que pueda haber un sustento en los derechos de las trabajadoras del hogar, por el otro lado está las personas empleadoras en que se informen, se sensibilicen, cambien esta cultura que viene más de una noción esclavista, hacia una noción de trabajo y de trabajo digno y que se informen sobre su responsabilidad al emplear trabajo del hogar y por último, también pues las mismas sujetas de estos derechos que son las trabajadoras del hogar, en que conozcan sus derechos, en que los exijan, existen estas organizaciones que les acompañan y les informan sobre sus derechos para que puedan exigirlos.

Yolanda Segura:

¿Qué puedes hacer tú, si eres trabajadora del hogar?

Yolanda Fuentes:

Pues que se acerquen al sindicato o a alguna compañera que les empiece a dar la información en la calle, porque nosotras a veces en el camión: “Oye mira, acá y esto…” y muchas veces dicen: “No, es que no puedo” porque el domingo que son los talleres ellas se dedican a su casa, a sus hijos, pero sí, que si una les da los folletos, los lean, porque va a llegar el momento que van a necesitar la asesoría o cuando menos que sepan que sí tenemos derechos.

Yolanda Segura:

¿Y si eres empleadora?

Indra Rubio:

Para empezar a también sensibilizarnos como personas empleadoras es nombrarnos a sí mismo como que somos quienes estamos empleando a alguien y por ende tenemos responsabilidades que cumplir, y al principio será tener siempre una conversación con las trabajadoras del hogar en la que se lleguen a acuerdos sobre cuáles van a ser las actividades que van a realizar, cuál va a ser el horario que van a cumplir, cuáles van a ser sus días de descanso, cuáles van a ser sus vacaciones, el pago del aguinaldo, que ahora estamos ya cercanas a diciembre y que no se nos olvide que por ley hay que hacer este pago antes del 20 de diciembre y esto formalizarlo por medio de un contrato, que realmente no es muy complicado hacer este contrato. El Sindicato tiene ya un contrato que generaron, también tienen un tabulador salarial de acuerdo a las actividades que realizan las trabajadoras y con firmar este contrato lo podemos formalizar a una trabajadora del hogar. También para que puedan contar con seguridad social está ya este programa piloto del IMSS, que es muy sencillo inscribir a las trabajadoras del hogar, está el portal del IMSS que es IMSS Trabajo del hogar, en México está esta organización, Hogar Justo Hogar, también desde el instituto contamos con nuestra página de empleojustoencasa.org, donde tenemos muchas herramientas también preguntas frecuentes de las personas empleadoras para que pues empecemos a concientizarnos y asumir nuestras responsabilidades como personas empleadoras.

Yolanda Segura:

Sin duda hay mucho trabajo por hacer para profesionalizar el trabajo del hogar y de cuidados. Podemos empezar por reconocer que es un trabajo y un trabajo digno. A final de cuentas, como dice Silvia Federici, una filósofa feminista que ha escrito mucho sobre este tema: “¿Eso que llaman amor? Eso es trabajo no pagado”.

(Sonido: Moneda cayendo por la ranura de un teléfono)

Agradecemos a todas y cada una de las personas que compartieron su historia para este episodio: a Pati, María Eugenia, Yolanda Fuentes y el Sindicato Nacional de Trabajadores y Trabajadoras del Hogar e Indra Rubio del Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir. Antes de terminar este episodio, hablamos con María Eugenia para saber cómo está. Afortunadamente se encuentra bien de salud. Gracias por escuchar. Yo soy Yolanda Segura y esto fue el cuarto episodio de “Nos cayó el 20”, un podcast del Observatorio Género y Covid-19. Puedes encontrar más información en http://genero-covid19.gire.org.mx Este episodio fue producido por Candela Cine. Te esperamos la próxima semana. Seguiremos echando monedas hasta que nos caiga el 20.