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Perder algo y no saber qué

Nos Cayó el 20

Introducción

Alicia es madre de Iris, joven de 27 años privada de libertad que lleva tres años en el penal “Barrientos” en Tlanepantla, Estado de México. Betty estuvo privada de libertad durante seis años en Santa Martha Acatitla y uno más en las Islas Marías. Estas mujeres nos comparten su experiencia a través del injusto y laberíntico sistema penal en México para conversar sobre cómo tratamos la criminalización y la reinserción social en un país cuyas deficiencias se recrudecen durante la crisis sanitaria del COVID-19.

Yolanda Segura:

Hay un teléfono público en la esquina cerca de mi casa. No funciona desde hace años. El otro día escuché a una niña preguntarle a su papá qué era. Supongo que con la llegada de los teléfonos celulares se empezaron a utilizar cada vez menos. Y me quedé pensando, ¿Cuántos niñes no van a tener esa experiencia, la de llamar desde un teléfono en la calle? Quedan más de 200,000 teléfonos públicos en la Ciudad de México y el Estado de México, pero muchos no sirven. Además, ahora la mayoría se paga con tarjeta, antes se pagaba con monedas: Descolgabas el auricular. (sonido: se descuelga auricular) Buscabas la moneda, una de veinte. (sonido: monedas chocando) Marcabas. (sonido: alguien presionando teclas de un teléfono) Esperabas. (sonido: teléfono da tono) (sonido de moneda entrando por la ranura) Si la persona contestaba y se conectaba la llamada, caía la moneda. (sonido: cae la moneda) Caía el 20. De hecho ESE es el origen de la frase. Me cayó el veinte. Ya cayó la moneda y conectamos. Ya entendí. Me di cuenta. Ahora comprendo. Estamos a punto de cerrar 2020 y es chistoso pensar en que hace un año, a finales del 2019, hacíamos planes, nos reuníamos con amigues, con la familia, íbamos a fiestas. Luego en enero empezamos a escuchar rumores sobre un virus, a ver mapas con puntos rojos que se esparcían por el mundo y se acercaban cada vez más. Finalmente, lo que se veía tan lejos se convirtió en nuestra realidad.

(Archivo)

México declara emergencia sanitaria

Marcelo Ebrard:

“La Secretaría de salud, que ha recomendado que los habitantes del país permanezcan en sus casas para contener la enfermedad causada por el COVID-19...”

Yolanda Segura:

En marzo, quienes pudieron, se quedaron en casa. En donde antes había ruido apareció un silencio en el que cabían muchas preguntas, mucha incertidumbre. Los días se hicieron elásticos. Nuestras vidas cambiaron. Pero ¿Qué pasa con todo lo que no se puede poner en pausa? La gente que tiene que salir a trabajar, las mujeres a punto de dar a luz, o por ejemplo, los que esperan la visita de un familiar desde la cárcel. Al inicio de la pandemia se escuchaba mucho eso de que el virus no discrimina, pero la sociedad en la que vivimos sí y en ese sentido Covid-19 llegó a exponer y exacerbar desigualdades que ya estaban ahí. Nos cayó un año: 2020. Ahora que la información, las noticias falsas y las teorías de conspiración nos abruman, decidimos recurrir a una de las costumbres más viejas de la humanidad: Contar historias. Para conectar. Escucharnos. Una moneda tras otra. Si no caemos en cuenta que las desigualdades son sistémicas, lo que nos queda es seguir echando monedas hasta que nos caiga el 20. Yo soy Yolanda Segura y estás escuchando “Nos cayó el veinte” un podcast que nos acerca a diversas realidades durante la pandemia. Forma parte del Observatorio Género y Covid-19. Te presentamos nuestro primer episodio: “Perder algo y no saber qué.”

(sonido de moneda entrando y cayendo por la ranura de un teléfono público)

Yolanda Segura:

¿Alguna vez has esperado noticias de alguien? No sé... para saber que llegó bien o algo así. Hay un momento en que esperar se convierte en preocupación. ¿Conoces esa sensación? Entra lentamente. ¿Estará bien? ¿Pasó algo? La preocupación crece y crece con el paso del tiempo sin noticias, hasta que no puedes pensar en otra cosa.

Alicia:

Fue su cumpleaños. Creo que fue su cumpleaños el martes, estuvo aquí en la casa, le compramos un pastel y comimos pastel y todo y al día siguiente se salió y ya no volvió.

Yolanda Segura:

Esa es la voz de Alicia. Tiene 43 años, es animadora gráfica y vive en el Estado de México. Cuenta cómo una noche en 2017 su hija Iris, de 24 años, no llegó a casa. Para su privacidad, los nombres de ambas fueron cambiados en este episodio.

Alicia:

Y ya iba sobre la tercera noche, resulta que habló y dijo que estaba en el ministerio público.

Yolanda Segura:

Iris fue detenida en 2017 por supuesto robo con violencia, pero esta historia empieza mucho antes.

Alicia:

Sí, yo fui mamá soltera a los 16 años, bueno ella nació cuando yo tenía 16 años. Pues no, realmente no era algo que yo deseara mucho, el ser mamá a esa edad, no fue una decisión que yo tomara, simplemente sucedió. Entonces por esa misma razón como que fui muy desapegada con ella. No pues yo estaba viviendo mi vida de adolescente en la realidad.

Yolanda Segura:

Iris nació en 1993 y Alicia siendo mamá adolescente, seguía viviendo con sus papás. Mientras ella terminaba de estudiar, ellos la ayudaron a criar a la niña.

Alicia:

Era una niña muy obediente y era muy... hay algo que la caracteriza a ella y es que tiene muy buen corazón. Cuando (sonido) tenía yo creo que como 17 años más o menos, nos fuimos a vivir allá por Portales, pero pues resulta que yo me iba todo el día a trabajar y entonces (sonido) se quedaba sola en la casa todo el tiempo. Empezó a entrar en el tema de las drogas también. No sé como que estábamos completamente pues divididas, ¿no? O sea sí vivíamos juntas, pero en realidad yo, ¿saben qué? yo también tenía como muchos problemas de alcoholismo, me la pasaba en el…

Yolanda Segura:

Los meses pasaron y una noche, Alicia salió de la casa.

Alicia:

Eran como las 11, 12 de la noche, una cosa así. Ya andaba yo con mis copas encima. Y cuando regresé a mi casa me estaba esperando mi hermano en la entrada del departamento. Y me dice: “Es que Iris trató de suicidarse, se aventó de la azotea del edificio y está en el hospital de urgencias”.

Yolanda Segura:

Alicia fue directo al hospital. Ya en urgencias no la dejaron ver a Iris inmediatamente. Toda la noche estuvo sentada en la sala de espera, sin noticias.

Alicia:

Pues yo rezaba, pedía por su columna vertebral, por su cabeza, por sus extremidades y por todos sus sentidos, que no perdiera ninguno de sus sentidos. Yo entré a la sala, la vi y estaba así acostada en una camilla y me acerqué, estaba con los ojos cerrados y le hablé al oído y cuando escuchó mi voz luego luego me dijo: “mamá, mamá”. Ella normalmente no me dice mamá, me dice “Lí”, o sea, sí desde chica no me decía mamá. Fíjense que recuerdo y siento como, o sea vuelvo a sentir, ¿saben? así raro porque ya pasaron 10 años.

Yolanda Segura:

Iris sobrevivió, pero perdió un ojo y se rompió varios huesos. Como todo parecía un intento de suicidio, de urgencias la llevaron directamente al hospital psiquiátrico.

Alicia:

Total que la llevamos al psiquiatra, obviamente contra su voluntad, la metimos a un taxi a la de ahuevo, nos la llevamos. Y ahí fue cuando le diagnosticaron esquizofrenia paranoide. De hecho Iris no intentó suicidarse, el día que se cayó del edificio ella tenía un brote psicótico, pero yo no sabía, porque yo jamás había estado con alguien que tuviera esquizofrenia ni un brote psicótico ni nada.

Yolanda Segura:

Iris había subido a la cornisa de la azotea del edificio en donde vivían. Los vecinos intentaron bajarla, llamaron a la policía. Al verlos, Iris se asustó, perdió el equilibrio y cayó. No quería suicidarse, había tenido un brote psicótico. Y lo que dice Alicia después es muy importante, no tenía información o experiencia previa con la esquizofrenia. ¿Cuántas de nosotras tampoco tendríamos idea de cómo reaccionar si nos llegara a pasar algo así? Las personas con esquizofrenia paranoide tienen una percepción alterada de la realidad. Pueden ver u oír cosas que no existen, hablar de manera confusa, creer que otres están tratando de hacerles daño o sentir que los están vigilando constantemente. Esto puede causar problemas en las relaciones e interrumpir las actividades diarias. Platicamos con Lizbet Brizuela de Disability Rights International sobre los derechos de las personas con discapacidades en México.

Lizbet Brizuela:

Las personas con discapacidad las podemos identificar como aquellas que tengan deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales a largo plazo y que al interactuar con diversas barreras puedan impedir la participación plena y efectiva en la sociedad en igualdad de condiciones que las demás. Estamos hablando que no únicamente es la condición de la persona, sino la interacción que tiene esta condición con las barreras sociales. Cuando hablamos de discapacidad psicosocial hablamos de un espectro muy amplio que puede incluir a una persona que tiene una condición de salud mental, por ejemplo hay personas que tienen depresión mayor, con ansiedad, con esquizofrenia.

Yolanda Segura:

Por el nuevo diagnóstico, los gastos médicos y la atención que requería Iris, Alicia tomó la decisión de volver a casa de sus papás en el Estado de México. Durante los siguientes seis años, Iris entró y salió más de 10 veces de distintas instituciones psiquiátricas, tuvo diferentes tratamientos médicos, y vivió otros brotes psicóticos. Iris y su familia no recibieron mucho apoyo ni un acompañamiento integral para aprender y entender cómo vivir con ese diagnóstico.

Alicia:

Entonces yo la neta cada vez que la tenía que llevar al hospital a internar, me ponía en la madre, bien cabrón, así emocionalmente me destruía bien cabrón

Yolanda Segura:

Después de tantas experiencias negativas con distintas instituciones psiquiátricas, Alicia decidió ya no encerrar a su hija. Iris solía salir de la casa y regresar tarde, a veces regresaba hasta el día siguiente. En realidad todes estamos a la vuelta de una discapacidad física o psicosocial, de hecho el 10% de la población vive con una discapacidad. Entonces ¿Por qué tanto rechazo? ¿Cuántas personas lidian con alguna discapacidad y no reciben apoyo? ¿Por qué seguimos separando la salud física de la salud mental? ¿Cómo sería vivir en un mundo donde las personas con discapacidad no enfrentarán tantas barreras y estigma, sino que pudieran integrarse plenamente a la comunidad o recibir acompañamiento?

(sonido de moneda entrando y cayendo por la ranura de un teléfono público)

Bloque 2

Yolanda Segura:

Llegamos al año 2017. Tras su cumpleaños 24, Iris salió de la casa como siempre… pero cuando no regresó y el tiempo sin noticias se hizo más largo, Alicia empezó a preocuparse. Después de 3 noches por fin Iris llamó desde el Ministerio Público en el Estado de México. Estaba detenida.

Alicia:

Fui yo al ministerio y estaba así todo vacío y le pregunté a una señora: “Oye estoy buscando una zona así y asá” y ahí mismo se nos acercó un abogado y entonces ya le dijimos al abogado y el abogado se acercó, ya como para agarrar el caso a ver qué onda y entonces él ya nos dijo que venía con otras dos personas y que el cargo era robo con violencia a una tienda.

Yolanda Segura:

Iris se declaró inocente desde el primer momento en que la detuvieron junto con otras tres personas. Hubo inconsistencias en el caso por el manejo de la evidencia, la manipulación de ésta, falta de claridad sobre el proceso y nula orientación legal a Iris y a su mamá.

Alicia:

Sentía literal que se me iba a salir el corazón, así tenía un montón de palpitaciones, eso es de lo que me acuerdo bien. Estuvieron todo el día ahí el sábado y nos dijeron que al día siguiente se los iban a llevar trasladados al reclusorio. Así, todo el día estuve ahí, el sábado hasta en la noche, en la noche la vi, salió esposada y me vio y me dijo: “No te preocupes, no te preocupes, nosotros somos inocentes, no hicimos nada, nosotros nos vamos a ir de aquí.” Yo no decía nada, ahí sí yo estaba como demasiado pasmada. Era una situación que ya se me hacía como el extremo y al día siguiente yo fui todavía al ministerio a llevar algo de comer y cuando llegué ya se los habían llevado. Yo sabía ¿no? que existía el reclusorio de Barrientos y todo, pero la verdad es que yo ese rumbo pues no, no lo acostumbro. Total que ya me dijo donde tenía que tomar el camión y todo, y entonces ya lo agarré el camión y le dije al chofer que me dijera dónde tenía que bajarme y ya me bajé, y cuando llegué al reclusorio no entendía nada, la estructura del edificio ni nada y yo decía “¿dónde toco? ¿adónde voy? ¿dónde me acerco?” y me acerqué a un custodio que estaba, ahora sé que en la entrada para la visita y… porque había un montón de gente alrededor y yo decía “¿y toda esta gente?” que pues era domingo, era día de visita, la gente estaba ahí, pero pues yo ni idea, pues jamás en la vida, ¿no?. “No que tiene que sacar una credencial..” y no sé qué, no, no entendí nada de lo que me estaba diciendo (risas) y ya me regresé a la casa toda frustrada porque no entendí nada de lo que vi ahí.

Yolanda Segura:

El Centro Penitenciario de Reinserción Social “Juan Fernandez Albarran” en Tlalnepantla de Baz. Ese es el nombre oficial, pero todo mundo le dice “Barrientos”. Al igual que aquel edificio frío e inentendible, Alicia se topó con un sistema en el cual no le explicaron los derechos de Iris ni los procedimientos a seguir. Hablamos con Viridiana Valgañón, una abogada del equipo de litigio de la organización Equis Justicia para las mujeres, la entrevista se hizo de manera virtual.

Viridiana Valgañón:

El problema que te vas a encontrar es doble, por un lado lo indescifrable de este procedimiento, este proceso, que no estás entendiendo qué está pasando, al tiempo que la consecuencia ya en este momento y muy frecuentemente se vuelve la privación de la libertad porque muchas de las ocasiones, la medida que se impone a las personas que son detenidas y posteriormente imputadas es la prisión preventiva.

Yolanda Segura:

Iris fue llevada a prisión preventiva mientras el ministerio público procesaba el caso. Alicia comenzó a navegar en el sistema judicial para sacar a su hija de la cárcel. El primer asunto: los abogados.

Alicia:

Un abogado al que le di un dinero, que fue el que llevó el caso primero, ya no siguió con el caso y lo dejó a un abogado de oficio.

Viridiana Valgañón:

Y el problema de los abogados de oficio como verán en muchos casos es que no tienen el tiempo suficiente para encargarse de cada uno de los casos, que muchas veces sólo hacen aparición casual, apariciones excepcionales, para que se cumpla la formalidad de firmar el acto procesal que se supone que deberían acompañar. Entonces vamos a ver cómo todo esto por una parte es una deficiencia de una defensa, pero también eso incide y fomenta que el ministerio público no te diga exactamente cuáles son tus derechos, te dan a firmar una…

Yolanda Segura:

El segundo asunto, el juicio, el ministerio público y la corrupción.

Viridiana Valgañón:

Vamos a encontrar otra puerta, una segunda puerta para el tema de corrupción. A ver quién logra comprar al ministerio público para que acredite que hay suficientes elementos en esta investigación o quién logra comprar lo contrario. Entonces ahí se vuelve otra vez un tema. Eso además de todos los actos que pueden venir acompañados con hechos de discriminación, de violencia institucional, de desacreditamiento de los dichos, de todo el tiempo como una violencia hacia las víctimas porque nada que me pidas es válido, pero hacia los imputados porque eres culpable de lo que te están acusando. Que eso es una cosa muy extraña porque al mismo tiempo que hay fiscalías que se empeñan en no investigar adecuadamente los delitos, siguen tratando a las personas detenidas como si hubieran cometido el delito, entonces es una contradicción muy rara. Y por último te vas a encontrar con todo el aparato judicial que se vuelve inaccesible porque para empezar no entiendes nada, no tienes idea de qué está pasando, no tienes idea de cómo acompañar tu proceso jurídicamente. Incluso si tienes una abogado, no tienes idea de cómo fiscalizarlo porque no tienes idea de qué debería pasar en ese momento.

Yolanda Segura:

Ok, recapitulemos. En su declaración Iris cuenta que estaba afuera de un “Oxxo” cuando la policía la detuvo junto con otras tres personas. Les apuntaron con una pistola, los subieron a la patrulla y los llevaron al ministerio público. Ya después, Alicia nos contó que durante el juicio estaba afuera del juzgado esperando esperando dar su declaración cuando llegó el empleado del “Oxxo'' que acusaba a Iris y a las otras tres personas del supuesto robo con violencia.

Alicia:

Cuando hubo una audiencia en la que a mí me tocó ser testigo, entonces yo no podía estar adentro de la audiencia, yo tenía que estar afuera con todos los que iban a declarar. Entonces estaba yo sentada y vi claramente cómo llegó este fulano, ya lo había yo ubicado y estaban los tiras afuera, y así, no les miento “¡qué onda brother!”. Yo dije no mames, estos gueyes se conocen y estaban ya súper puestos de acuerdo, se pusieron a comentar lo que iban a decir y todo.

Yolanda Segura:

Entonces declaran culpable a Iris junto con las otras tres personas. Alicia por supuesto no se rinde ahí, así que decide intentar sacar un amparo.

Alicia:

Y hablé con otro abogado y entonces cuando hablé con este otro abogado, fue como para que hiciera una revisión de carpeta y que también pura de haba con ese abogado, ¿no?. Ahí lo que sucedió, digamos el plot point que pasó con este señor, fue que este abogado me citó en la biblioteca central, en CU. Entonces cuando me dio ahí su veredicto, digamos, “Tu hija pues a ella sí se le puede ayudar, pero creo que el amparo ya no se puede” y entonces cuando salí de hablar con él pues me sentía de nuevo, me sentía de la fregada así como que lo veía todo oscuro, como que sientes que se te empiezan a cerrar las puertas. Pero gracias a cosas que él me dijo, o sea este último abogado que me hizo revisión de carpeta, sí me enseñó cómo leer los expedientes, me explicó porque yo llevé el expediente impreso y me dijo “mira, aquí viene la sentencia, aquí viene tal, esto significa tal, esto tal…” Ni uno me lo había explicado. Ya con eso ya tuve yo para llegar, me metí internet y empecé a investigar algunas palabras, algunas palabras clave para ver si sí, me metí a la Ley de Amparo a buscar la Ley de Amparo y todo. Encontré un libro, que es toda la revisión de la Ley de Amparo de no sé qué y así era, así la revisión casi casi párrafo por párrafo, así un pinche librote, y yo dije ah, pues yo creo que este libro me puede servir, pero lo vi yo y dije ay no, pues no sé ni por dónde ni qué le voy a leer al libro, ¿no? Pero tuve ahí como la epifanía de checar el autor del libro. Entonces me metí a buscar información de ese abogado y resultó que él daba cátedras en la UNAM, en la Facultad de Derecho.

Yolanda Segura:

Con solo el nombre del autor del libro, un día Alicia fue a buscarlo a la UNAM. Se paró afuera de su salón de clases y esperó hasta que terminara para poder hablar con él.

Alicia:

Porque todos los otros abogados fueron recomendados, yo no los busqué y este que yo busqué es el chido. Total que no fue él el que agarró el caso, el caso se lo dió a su hijo, que acababa de desempacarse de la licenciatura, estaba justamente sacando su cédula. Ellos ya metieron el amparo, lo hicieron de inmediato, nada que ver, o sea yo les conté el caso, les di el expediente, les di los videos, y todo eso que les digo, el expediente y los videos, los fui a sacar yo, no lo sacó otro abogado por mí ni nada, yo tuve que ir a los juzgados y aprendí cómo pedir videos y todo este rollo. Supe que como familiar tienes derecho a pedir ese material, a tenerlo. Con él sí firmamos un contrato de “va a ser tanta lana y en pagos de tanto y el amparo yo me tardo en redactarlo 3 meses”, en el contrato él lo puso, “en tres meses me tardó en redactarte el amparo” y tienen una cláusula en su contrato en la que dice “si tú me ofreces dinero para que yo haga un intento de corrupción, o sea de ir a ofrecer lana, en ese mismo momento se anula nuestro contrato”, así viene la cláusula. Revisó las audiencias de Iris y dijo “evidentemente tu hija es inocente” y yo le dije, es que nos estaban diciendo esta opción de que se declarara culpable, “qué bueno que no lo hicieron” dice, “como no lo hicieron, nosotros podemos pelear por su libertad, por su absolución, si se hubiera declarado culpable ya no tenemos nada que hacer, más que buscar beneficios”. Me explicaron todo, así de, se tiene que revisar cadena de custodia, se tienen que revisar las pruebas de los objetos que se les están adjudicando, se tiene que revisar el entrenamiento, la capacitación de los que lo detuvieron, la forma en la que los trataron los jueces, o sea una cantidad de cosas que yo, mira ni por aquí, y le digo “neto ¿apoco eso también?” y me dicen “sí, también con eso”. Afortunadamente a Iris le estaban adjudicando un desarmador, afortunadamente a ese desarmador sí se le hizo peritaje y salió sin huellas digitales de ella. Me explicaron cómo se trabaja un amparo, ponen varios argumentos, haz de cuenta, voy a poner un argumento en el que mi primer argumento es: este desarmador no tiene las huellas digitales de esta persona, cómo es posible que tú estés diciendo que ella amagó a este otro, si no están las huellas digitales, a ver, explícamelo. Otro argumento es la cadena de custodia, dónde están los objetos que tú le estás adjudicando que ella se robó, ¿por qué tú los agarraste? ¿Por qué tú policía?, o sea tú que hiciste la detención, no tenías por qué haberlos tocado, tú tenías que haber sacado una fotografía y haberme mostrado tal y tal y no, sin embargo los estabas manipulando tú. Tú señorita no tienes la capacitación suficiente para hacer una detención, por qué estás haciendo detenciones si ni siquiera tienes la capacitación. Porque sí se les pregunta en el juicio y ella dijo que no lo tenía. Pero uno que no sabe…

Yolanda Segura:

Todo el caso de Iris me hace pensar en cuantas otras madres o familiares de detenidos, ante un sistema que favorece la corrupción y que no facilita de ninguna manera sus derechos, se convierten en detectives, investigadoras, abogadas y activistas. ¿Cuántas madres, familiares o personas privadas de la libertad no tienen los recursos para ahondar en esta investigación? ¿Cuántas no logran descifrar que es un amparo, o siguen lo que un abogado les dice sin poder fiscalizar el proceso? ¿Cuántas acusadas se declaran culpables para que les den la mínima en vez de pelear por su inocencia? ¿O cuántas simplemente se quedan congeladas ante todas las dificultades que impone el Estado?

(sonido de moneda entrando y cayendo por la ranura de un teléfono público)

Bloque 3

Yolanda Segura:

Hasta ahora hemos platicado de las fallas en la maquinaria judicial en el caso de Iris a través de su mamá, Alicia. Consideramos importante contar con la voz de alguien que conozca, de primera mano, los reclusorios y el sistema penitenciario. No fue posible contar con la participación de Iris para este episodio. Hablamos con Bety Maldonado, activista por los derechos de las mujeres privadas de la libertad. Forma parte de la colectiva Mujeres Unidas por la Libertad.

Bety Maldonado:

Somos un grupo de mujeres que estuvimos en prisión. Yo estuve seis años, siete meses por el delito de daños contra la salud. Mi esposo en ese tiempo, se envenenó, era adicto a la cocaina, la comúnmente llamada piedra. Entonces él con su adicción tan fuerte empezó a hacerse de deudas. En el 2009, ese año llegó un grupo delictivo a mi casa y le pusieron un arma de fuego a mi nieta de 3 años, en ese entonces, diciendo que mi esposo debía dinero de su adicción. Todos quedamos en shock y yo dije, pues yo lo pago, ¿no? Cuando me dijeron la cantidad, yo me quería morir, porque eran 300 mil pesos y querían su dinero en ese día, ¡ya! Hasta la fecha no sé si fue una mala decisión o fue la mejor, de irme a emplear yo, yo fui la que me fui a emplear con ese señor, le fui a decir que yo le pagaba todo lo que le debía mi esposo, pero que dejara en paz a mi familia, que no le hiciera daño. Ahí fue donde yo empecé a vender droga, como a finales de septiembre empecé a vender y el 2 de marzo del 2010 a mí me detuvieron.

Yolanda Segura:

En 2010, Bety fue ingresada al Centro Femenil de Readaptación Social Santa Martha Acatitla, en Iztapalapa en la Ciudad de México, pero en 2011, la trasladaron a las Islas Marías, donde estuvo un año. Las islas Marías son un grupo de islas en el océano Pacífico a 112 km de las costas de Nayarit. Hasta 2019 fueron sede de la Colonia Penal Federal Islas Marías. Parece que tenemos una imagen ya muy fija de las personas que están en la cárcel, los medios nos informan sobre los delitos pero casi nunca sabemos sus condiciones ni sus motivos, ¿quiénes eran? ¿qué estaban pensando? Estas historias nos enseñan caras distintas de la moneda.

Bety Maldonado:

Todas las que teníamos casos federales, fuimos trasladadas allá. Fue un infierno, la seguridad federal es lo peor y lo más aberrante que yo pude haber vivido con ellas, porque ellas nos sobajaban, nos decíamos que éramos criminales, que éramos delincuentes y que no teníamos ni derecho ni de respirar. Que la piedra de ese lugar valía mucho más que nosotros, porque éramos unos delincuentes, narcotraficantes. Me castigaban cada rato, no teníamos nombre, teníamos un número y mi número era 37057. La sociedad también es muy cruel porque también dicen que si nosotros cometimos delitos que los paguemos, ¿no? y lo pagamos demasiado caro. Pero también te voy a decir una cosa, dentro de prisión, nosotras somos las que solventamos nuestros gastos, yo trabajaba en la cocina, me daban 200 pesos al mes. Y yo trabajaba, le daba de comer a mis compañeras, desayuno, comida y cena. Iba con mi carrito para darles de su charola para comer. Duré un año trabajando. Yo de ahí me compraba mi ropa, porque es azul marino. No nos dan ropa, no nos dan calzado, no nos dan nada. Entonces muchas, si no tienen empleo porque pues no hay empleo, yo porque tuve suerte, pero no hay empleo. Entonces yo me compraba mis cosas y entonces la sociedad dice que nos mantiene, no, nos mantienen encerrados, pero no nos mantienen nada. Yo me la pasaba levantando la mirada al cielo y pidiéndole a Dios que me diera una oportunidad, que me dejara salir de ese lugar. Entonces ya estando allá empecé a... teníamos correo para mandarle a nuestras familias, las cartas para que ellas se dieran cuenta cómo estábamos nosotras, no les escribíamos, pero al igual yo también le escribí a Derechos Humanos, les pedí auxilio y llegó una comitiva. Yo le empecé a decir a la comitiva de Derechos Humanos cómo estábamos viviendo ahí, que se nos estaban violando nuestros derechos humanos, no servicio médico, no alimento, no medicamentos, no atención ¿no? de ninguna, de ninguna, nos aventaban como si fuéramos ahí platos y que se quedaban ahí hasta que alguien los lavara, ¿no? Antes de que se fuera yo les dije “yo sé que voy a ser castigada, me van a meter a un cuarto que le dicen ‘La Borracha’, le dicen La Borracha porque nosotras en ese tiempo, bueno ahí en las Islas Marías los grados eran de 45º a 50º y le dicen Borracha porque era un cuarto donde nos metían y pues sí te metían ahí, te castigaban, te ingresaban ahí y empezabas a marearte por tanto calor, sin oxígeno. Entonces yo le dije ese día a la comitiva que yo iba a ser castigada, que yo hacía responsable a la directora, por el trato inhumano que estábamos pasando en ese tiempo. Se fueron, inmediatamente me llamaron, y dije: “pues ya valí” como yo estuve mandando cartas a mi abogado para que mandara el amparo, en el año 2012 me regresaron a Santa Martha, porque gané el amparo. Mis compañeras se quedaron, para mí también fue muy doloroso dejarlas porque siempre fui una persona, te lo digo que fui porque fíjate que ya no tengo lo que tenía en ese momento, en ese momento yo las hacía reír, me gustaba cantarles, decirles chistes y que se aguantaran, así como nosotras andábamos de canijillas, que nos aguantáramos, ¿no? Cuando llegué a Santa Martha llegué diferente, antes me gustaba reír de todo, ahora ya no. Y eso eso es por la misma situación de que también uno pierde… Yo perdí algo y no sé qué perdí.

Yolanda Segura:

Tras cumplir su sentencia de 6 años, 7 meses, Bety salió libre de Santa Martha.

Bety Maldonado:

Al salir yo, entonces fue cuando yo empecé a pensar y yo dije: “ellas necesitan ayuda, que alguien las vea, que alguien las apoye…”. Cuando tú sales de prisión, sales con un miedo terrible, horrible. Es horrible vivir, te sientes desprotegida, te sientes como si acabaras de salir de un cascarón, que no tienes a nadie a tu lado que te proteja. Todo esto que nosotras hemos pasado y que yo sigo viviendo afuera con todas las que salen y que salen desafortunadamente con una discapacidad motriz o que salen enfermas, que ya fallecieron, eso es lo que a nosotras nos ha motivado para seguir adelante con esta colectiva y que se haga más grande, que estas voces que están en silencio nosotras les podamos dar ese sonido, que solicitan ayuda, auxilio, socorro, porque ok están en prisión si cometieron, o no cometieron un delito, tienen derechos y tienen derecho a tener una vida digna. Pues creo que la Ley de Ejecución Penal, para eso es una ley, dentro de prisión se deben hacer responsables del bienestar de las personas dentro de prisión porque todavía forman parte de la sociedad, parte del pueblo y son parte del mundo. O sea hay una desigualdad y el sistema judicial penal es el padre de la desigualdad porque ellos son los responsables de meter a tantísimas personas en reclusión por no hacer averiguaciones, por no hacer bien su trabajo, lo único que quieren es decir “yo hago mi trabajo, meto a la cárcel”. La mayoría de las mujeres que están en prisión nos hemos organizado para poder ayudar a nuestras compañeras dentro y fuera de prisión.

Yolanda Segura:

Hemos escuchado ejemplos de corrupción y de violaciones de derechos humanos en el sistema judicial y penitenciario. Mamás como Alicia, mujeres como Bety e Iris hay miles. Con un sistema así, ¿Qué pasa en 2020 cuando llega la pandemia? ¿Cómo se afectan los procesos judiciales y las condiciones adentro de los reclusorios?

Viridiana Valgañón:

Durante COVID es que vimos una fuerte modificación que se oficializó a partir de acuerdos emitidos por las propias instituciones, que básicamente lo que decían es: Las puertas de la justicia están cerradas. Lo que vivimos es que físicamente se cerraron las puertas de los juzgados, en la Ciudad de México si tu acudías al Reclusorio Norte estaba cerrado todo lo que tenía que ver con los edificios judiciales, Reclusorio Oriente, Reclusorio Sur e incluso todo lo que llamamos aquí en la Ciudad de México “Ciudad Judicial” estuvo cerrado. Y durante muchos meses no supimos nada, no tuvimos más que estos acuerdos y cualquier trámite que quisieras presentar no era posible, no había una alternativa digital, no había nada, la respuesta fue no hay respuesta.

Yolanda Segura:

¿Y la historia de Iris? Pues, tras por fin empezar a entender este laberinto y encontrar un abogado adecuado, en febrero de este año, Alicia logró meter el amparo. Lo que no sabía era que se enfrentaría a nuevas complicaciones con la llegada del COVID-19.

Alicia:

A inicios de febrero entró el amparo a los juzgados y en marzo se cierra todo. Marzo, abril, mayo, junio, julio, agosto, septiembre... 7 meses. Y fue el abogado ahora que ya abrieron los juzgados, fue a preguntar cómo iba la cosa con el amparo y resulta que sigue ahí, que porque el ministerio no ha autorizado. Me dijo el abogado que lo que va a hacer es que va a meter un reporte para que ya avance.

Yolanda Segura:

Surgieron casos de COVID-19 en los reclusorios de México, pero a la fecha no hay datos suficientes para tener información certera sobre ellos. Sabemos que no hay medios suficientes para mitigar y tratar estos casos, además de la falta de medidas sanitarias y atención médica en los reclusorios. Por otro lado, en los centros penitenciarios de México son las familias y no las instituciones quienes proveen de alimentos, medicamentos, artículos de higiene, agua, entre otras cosas a las mujeres. En marzo de 2020 las visitas quedaron suspendidas, se volvió aún más difícil acceder a estos recursos. Además, varios familiares han denunciado que las autoridades penitenciarias no les dan información sobre las condiciones de salud en los centros. Ahora, no olvidemos que Iris vive con una discapacidad. Volvemos con Alicia.

Alicia:

Pues sí está en condiciones bien deplorables porque ella sufre mucho de exclusión por el tema de la esquizofrenia. Al principio Iris tenía una cama, después pasaron una serie de circunstancias que le quitaron la cama y ahorita no tiene cama, duerme en el piso en un colchón que le dan, les dan colchones de hule espuma porque sí hay exceso de cupo de pronto, entonces se tienen que dormir en el piso, pero a Iris no le quisieron asignar una cama porque no se baña, entonces su compañeras se quejan de que huele mal y entonces nadie la quiere tener cerca y entonces pues la excluyen ellas mismas. Tiene temporadas, por ejemplo ahorita está deprimida, entonces ahorita no se está bañando, ahorita tiene una actitud en la que no se ve, como que de manera evidente no se ve triste, pero de pronto dice “creo que ya voy a dejar de existir”. Ahorita ella no tiene medicación, sí había estado medicada desde que entró aquí, yo me acerqué con la directora y le dije “ella tiene que tener un tratamiento” y cuando no le daban tratamiento, si uno de los abogados me enseñó algo, me enseñó que con amparos puedo hacer todo lo que yo quiera, ¿no? entonces yo creo que la directora ya me alucinaba porque yo le metía amparos por todo, ¿no? así de que no llevaban al doctor a Iris entonces yo le metía un amparo (risas).

Viridiana Valgañón:

Y estamos hablando aquí de un gran problema que ha atravesado las cárceles. Como la cárcel es una cosa que se entiende como castigo, qué importa quién esté, cómo esté y dónde esté. Entonces tenemos problemas, por un lado con personas que viven con alguna discapacidad, pues el problema es que los centros no están adecuados para recibirlas, pero tampoco tenemos centros especiales para atenderlas.

Yolanda Segura:

En algún momento, Alicia tuvo la opción de sacar a su hija de la cárcel con un “beneficio” por su discapacidad. Se enfrentó a decidir entre la libertad condicional de su hija al aceptar la culpa o la pelea incierta y difícil por su inocencia absoluta.

Alicia:

Entonces yo fui con los abogados y les dije: “Es que le están queriendo otorgar un beneficio a Iris para sacarla por el tema de la esquizofrenia, ¿cómo ven ustedes?” Y me dicen: “Es que esos beneficios son una instancia diferente, una cosa es el amparo, el amparo es con una instancia que es un tribunal colegiado y ya va con La Suprema Corte de Justicia y los beneficios son por parte del Estado, son dos instancias diferentes, no tienen nada que ver, entonces o haces una, o haces otra, no se pueden hacer las dos.” Entonces le dije: “Bueno, pero por ejemplo en el caso del beneficio este…” y me dice: “Sí, es que para ese beneficio Iris tendría que declararse culpable y entonces ya se le da el beneficio de que puede pasar el resto de su sentencia en su casa, ya con las restricciones que se le pongan”. Entonces ahí fue cuando me cayó el 20, en ese momento no fue 20, fue centenario, ¿no?, que le dije al abogado: “A ver, entonces, tú me estás diciendo que yo para tener acceso a esos beneficios me tengo que declarar culpable, ¿es correcto?” “O sea qué pinche Estado me está dando arroz con popote” le digo, porque pinche Estado se está viendo como… En primer lugar me mete al bote sin que yo haya hecho nada y luego para darme el beneficio de salir yo me tengo que declarar culpable, o sea. Y me dijeron: “Con el amparo nosotros estamos peleando porque ella salga absuelta, o sea no es arroz con popote, es que salga absuelta” y le digo: “tú dime con que haya una sola posibilidad, aunque sea de este tamaño de que ella puede salir absuelta, ¿la hay?”, me contestan: “sí”, les digo: “entonces vamos por ella”. Y la neta, ahorita pues yo digo, no mames, por tomar esa decisión ella sigue ahí. Ahí es cuando me siento así como de la chingada porque digo híjoles, no sé si nada más queda en el nivel de los ideales, pero no son sólo los ideales, ¡es que no es justo! No es justo y por qué todos tenemos que bajar la cabeza y decir que sí somos culpables, o sea estar aceptando limosnas. Yo creo que es hasta una obligación civil.

Yolanda Segura:

El difícil camino que han vivido Iris junto con su mamá, Alicia, y por otro lado Betty y su familia, ha sido recorrido por muchas otras mujeres antes. ¿Cómo comenzamos a buscar nuevos caminos para pensar la justicia y asegurar los derechos humanos dentro y fuera de los reclusorios? ¿Cómo ir de un modelo de criminalización hacia otras posibilidades de justicia? Viridiana, Alicia y Betty reflexionan sobre alternativas a este sistema.

Viridiana Valgañón:

Y no es sueño de verdad que comience a apuntar este tipo de visiones no criminalizantes, no punitivistas, pero sobre todo, que también empiecen a optar hacía una reconstrucción del tejido social, es decir, cómo dejamos de enviar todas aquellas problemáticas generadas por el mismo Estado a un rincón donde la sociedad no sólo no las ve, sino que las estigmatiza, sino que cree que se merecen este castigo y cómo comenzamos a generar narrativas en las que la sociedad se hace cargo de toda la violencia que atraviesa este tipo de delitos que son cometidos: La violencia estructural. Cómo comenzamos a hacernos cargo, y eso es una reflexión que están haciendo en muchos estados ya varias comunidades indígenas, cómo nos hacemos cargo de la comisión del delito desde una perspectiva de reconstrucción del tejido social, pero también de reintegración del sujeto que delinquió a este grupo social, porque no hay de otra, un día va a salir de la cárcel o no va a pasar por la cárcel y va a terminar integrándose nuevamente a nuestra sociedad. Cómo hacemos que eso sea amable y no siga siendo una cadena o un ciclo infinito de violencia, creo que pasa por todas estas discusiones.

Alicia:

Fíjense que me hace mucho sentido esta onda que decía que yo ya no era libre, y veo a mi hija y digo: “ella es la que no es libre”. Y yo así de ándale, la vida te lo da, “¿Ah sí?, pues tómala”. Es que en realidad creo que yo he construido mi relación con Isis en la cárcel. Yo decidí tener un cambio de actitud hacia la vida, pude empezar a sentarme y poder platicar con ella y ella empezar a tenerme confianza después de muchísimos pedos, así bien cabrones, ahorita la verdad es que nuestra relación no tiene nada que ver con lo que era antes, tenemos una relación, no había y en el momento en el que nuestra relación se ha ido modificando, Iris dejó las drogas, ahorita ya no se droga. Lo que realmente deseo es verla libre, verla afuera.

Bety Maldonado:

Tiene que reformarse la ley para que haya entonces una alternativa, ¿no?, que el último recurso sea la cárcel. Si son delitos menores se pueden arreglar entre víctima y el supuesto culpable, pueden llegar a que se les de una fianza, con un seguimiento, que haga un trabajo comunitario, “vente a la delegación, te vas a barrer”, no sé... Tiene que haber un seguimiento y dejar de meter a tantas personas a prisión y sobre todo, los más vulnerables. Con la pandemia fue peor, por ejemplo con las mujeres no hay visita, porque la mayoría de las personas que van a ver a sus familiares mujeres son de la tercera edad. Sí, antes estaba mal para las compañeras que están ahorita integradas en “Mujeres Unidas por la Libertad” porque no había trabajo, o no tienen documentos para un empleo, empezamos a ver cómo podíamos hacer otra cosa, pero el Instituto de Reinserción Social, nos acercamos, ya hicimos vínculo y ahorita las está apoyando muchísimo. Cuando salimos, salimos mal, muchas personas salen a tomar, a irse y hacen un desastre porque no tienen un acompañamiento, pero si nosotras las acompañamos desde el principio, y lo hemos logrado. Igual y también en diciembre haré algo de comer para llevárselas, no sé tengo pensado comprar mil pollos rostizados y darle un pollo rostizado a cada quien. Es un grupo, somos un equipo, somos compañeras y seguimos siendo hermanas, “caneras”, ¿no? esa es su palabra de ellas. Hay una expresión que me encanta mucho que dicen de prisión, que dice: “hasta que se estrelle el camión, juntas”. No están solas, tocamos puerta, tras puerta, tras puerta, para poder hacer entender al sistema judicial penal que las mujeres dentro de prisión tienen derecho a tener justicia.

Yolanda Segura:

Alicia sigue luchando por la libertad de su hija, para que salga absuelta. Cuando grabamos su entrevista, el amparo de Iris estaba detenido debido a la pandemia. Recién Alicia fue contactada por su abogado, para avisarle que por fin avanzó, el amparo llegó a un Tribunal Colegiado para su revisión. Bety Maldonado está recaudando fondos y donativos en especie para mujeres privadas de la libertad: cobijas, ropa, productos de higiene. Si tú quieres apoyar a Bety y a las mujeres privadas de la libertad con un donativo, puedes llamar a 5545470522 para más información. Agradecemos a todas las personas que compartieron su historia para este episodio: Alicia, su hija Iris, Bety Maldonado y Mujeres Unidas por la Libertad. Muchas gracias a Lisbet Brizuela, de Disability Rights International y a Viridiana Valgañón, de Equis Justicia para las Mujeres. “Nos cayó el 20” es un podcast que forma parte del Observatorio Género y COVID-19, una alianza de organizaciones de la sociedad civil que monitorea la respuesta del gobierno ante la pandemia por COVID-19. Puedes encontrar más información sobre el Observatorio Género y COVID-19 en: www.genero-covid19.gire.org.mx Este episodio fue producido por Candela Cine. Yo soy Yolanda Segura y te esperamos la próxima semana con un nuevo episodio. Seguiremos echando monedas hasta que nos caiga el 20.

Créditos

Producción ejecutiva: Observatorio Género y COVID-19 Organizaciones: EQUIS Justicia para mujeres, Disability Rights International Narradora: Yolanda Segura Guión y edición: Natalia García Agraz Producción: Marty Minnich, Aissa Grajeda Grabación de entrevistas: Ana Salgado Investigación: Kim Torres, Ana Salgado Diseño sonoro: Nubia Saldaña Musicalización: Sebastián Antón-Ojeda, Jerónimo García, Tomás García Agraz Estudio de grabación y Min 2.0: Disruptiva Ingeniero de audio y mixer: Uriel Valdés Coordinación de proyecto: Brenda Villegas Con la participación de: Alicia, Bety Maldonado, Lisbet Brizuela, Viridiana Valgañón. Diseño gráfico: Nieves Danae Agradecimientos: Alicia, Iris, Bety, Mujeres Unidas por la Libertad, Viridiana Valgañón y Giovanna Salazar de Equis Justicia y Lisbet Brizuela de Disability Rights International.