Mujeres con discapacidad que viven en instituciones psiquiátricas, casas hogar, orfanatos y albergues corren grandes riesgos de contraer COVID-19 y morir debido al confinamiento, el hacinamiento y la falta de medidas de higiene en estas instituciones. Es importante exigir políticas que favorezcan la vida en comunidad y un plan de desinstitucionalización de emergencia a fin de salvaguardar la vida y la integridad de las mujeres con discapacidad
Debido al hacinamiento y la falta de medidas de higiene en las instituciones donde viven, las mujeres con discapacidad corren grandes riesgos de contraer COVID-19 y morir.
“El manejo de la pandemia, en México, ha sido desastroso. Ya es un lugar común decirlo, pero hay que subrayar que lo es más para personas con discapacidad que tienen menos acceso a la información que necesitan, que cuentan con menores apoyos, que han tenido claros retrocesos no solo en temas educativos, sino también de rehabilitación y desabasto de medicinas. Y tampoco están en la primera línea de vacunación junto con personas adultas mayores como en otros países”.
La población con discapacidad que vive en instituciones psiquiátricas, casas hogar, orfanatos, albergues y centros de asistencia social (CAS) corren grandes riesgos de contraer COVID-19 y morir debido al confinamiento, el hacinamiento y la falta de medidas de higiene en estas instituciones.
Muchas personas con discapacidad han sido institucionalizadas y segregadas de la sociedad en espacios residenciales. Dentro de estas instituciones, son víctimas de múltiples abusos incluidos el sexual y físico, esterilizaciones forzadas, sujeciones físicas y químicas, discriminación e institucionalización de por vida. Además del abuso sexual, las niñas y mujeres con discapacidad que viven en instituciones pueden sufrir la negación a sus derechos sexuales y reproductivos.
El marco jurídico mexicano niega, generalmente, la capacidad jurídica a las personas con discapacidad psicosocial o intelectual, impidiendo así que tomen sus propias decisiones. La ausencia de servicios dirigidos a estas poblaciones fuera de las instituciones impide constantemente que las personas con discapacidad puedan participar en la comunidad en igualdad de condiciones que las demás.
La llegada de la pandemia puso en evidencia los riesgos particulares que enfrentan las personas con discapacidad que viven en instituciones de contraer y morir por COVID-19 debido al confinamiento, el hacinamiento y la falta de medidas de higiene y de políticas públicas con un eje transversal de derechos humanos.
La respuesta fue nula y se caracterizó una ausencia de planes para atender las necesidades específicas que enfrentan las personas con alguna discapacidad ante la pandemia, iniciando por la urgencia de generar datos sobre las personas con discapacidad que están siendo afectadas y perdiendo la vida a causa de COVID-19.
Aún hay necesidades no atendidas de la población con discapacidad, así como existe una gran falta de apoyos y de servicios en la comunidad.
La población con discapacidad que vive en instituciones psiquiátricas, casas hogar, orfanatos, albergues y centros de asistencia social (CAS) corren grandes riesgos de contraer COVID-19 y morir debido al confinamiento, el hacinamiento y la falta de medidas de higiene en estas instituciones.
Muchas personas con discapacidad han sido institucionalizadas y segregadas de la sociedad en espacios residenciales. Dentro de estas instituciones, son víctimas de múltiples abusos incluidos el sexual y físico, esterilizaciones forzadas, sujeciones físicas y químicas, discriminación e institucionalización de por vida. Además del abuso sexual, las niñas y mujeres con discapacidad que viven en instituciones pueden sufrir la negación a sus derechos sexuales y reproductivos.
El marco jurídico mexicano niega, generalmente, la capacidad jurídica a las personas con discapacidad psicosocial o intelectual, impidiendo así que tomen sus propias decisiones. La ausencia de servicios dirigidos a estas poblaciones fuera de las instituciones impide constantemente que las personas con discapacidad puedan participar en la comunidad en igualdad de condiciones que las demás.
La llegada de la pandemia puso en evidencia los riesgos particulares que enfrentan las personas con discapacidad que viven en instituciones de contraer y morir por COVID-19 debido al confinamiento, el hacinamiento y la falta de medidas de higiene y de políticas públicas con un eje transversal de derechos humanos.
La respuesta fue nula y se caracterizó una ausencia de planes para atender las necesidades específicas que enfrentan las personas con alguna discapacidad ante la pandemia, iniciando por la urgencia de generar datos sobre las personas con discapacidad que están siendo afectadas y perdiendo la vida a causa de COVID-19.
Aún hay necesidades no atendidas de la población con discapacidad, así como existe una gran falta de apoyos y de servicios en la comunidad.
Por medio de la Plataforma Nacional de Transparencia (PNT) se solicitó información referente a la situación de las personas que se encuentran en las instituciones psiquiátricas públicas del país de enero a agosto de 2021. De acuerdo con el directorio de hospitales psiquiátricos en México, hay 33 en 25 estados de la República Mexicana. Algunas de las instituciones reportadas son de consulta externa o de corta estancia, por lo que no se tomaron en cuenta para este análisis. Para este estudio, se solicitó información a 29 instituciones psiquiátricas, sin embargo, para este análisis consideramos instituciones de larga estancia. De las solicitudes que enviamos, no recibimos respuesta de cinco estados; Campeche, Ciudad de México, Hidalgo, Tabasco y Tamaulipas. Lamentablemente, no todas las entidades enviaron la información desagregada por sexo, lo cual dificulta mirar las implicaciones de la pandemia en las mujeres con discapacidad institucionalizadas.
Debido a la naturaleza de las instituciones en donde combinan servicios de consulta externa, corta estancia y larga estancia, es difícil determinar el número de personas institucionalizadas hasta el momento con los datos recibidos vía la PNT. Para este análisis se tomará como referencia el número de personas institucionalizadas en instituciones psiquiátricas de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda de 2020 en los Resultados Complementarios del Cuestionario de Alojamientos de Asistencia Social que arroja un total de 5,075 personas.
Con respecto a los casos reportados por COVID-19 en las instituciones psiquiátricas, los Estados reportaron 324 casos, de los cuales, 131 corresponden a mujeres. De las personas que contrajeron el virus, 61 de ellas tenía otras comorbilidades como, por ejemplo, diabetes, hipertensión, obesidad, entre otras, lo que coloca su vida en un mayor riesgo. Por causa del virus, se reportaron cuatro muertes; tres de ellas en el “Hospital Psiquiátrico Granja la Salud Tlazolteotl”, Estado de México y una en el “Hospital Psiquiátrico “Cruz del Norte”, Sonora. Además de las muertes documentadas por COVID-19, los Estados reportaron 15 muertes por otras causas, siendo el Hospital Psiquiátrico Rafael Serrano “El Batán” en Puebla el que mayor número de decesos reportó con siete muertes tan sólo en el primer semestre del año.
La Política Nacional de Vacunación contra el Virus SARS-CoV-2, para a prevención de la COVID-19 publicada en diciembre de 2020 menciona que entre los grupos prioritarios para recibir la vacuna están las personas con discapacidad y personas que residen en los centros de asistencia social y se estarían aplicando en un tercer eje de priorización. Sin embargo, el documento no menciona cuándo ni cómo fueron prioritarias las personas con discapacidad en la estrategia nacional de vacunación. De las solicitudes de información recibidas, de enero a agosto de 2021, los Estados reportaron que 796 personas institucionalizadas tienen el esquema completo de vacunación y sólo 71 una sola dosis. Es decir, de 5,075 personas con discapacidad que viven en instituciones psiquiátricas, sólo el 15.6% tiene el esquema completo de vacunación y el 1.39% cuenta con una dosis. Esto deja a las personas con discapacidad institucionalizadas en riesgo de contraer el virus.
Se preguntó a las entidades sobre cómo se ha visto afectada la salud mental de las personas a lo cual 19 entidades mencionaron que la salud mental de la población se ha visto afectada, no sólo en las personas internas sino en la población en general y en los servicios de consulta externa. Las entidades reportan un incremento en condiciones de salud mental relacionadas con la depresión y ansiedad,
Además, se preguntó si dentro de las instituciones existe alguna estrategia de desinstitucionalización. Diez de ellas mencionaron que están tomando medidas para desinstitucionalizar a la población, sin embargo, reportan acciones aisladas que no corresponden a una estrategia de desinstitucionalización como tal.
Se pudo constatar que las entidades siguen invirtiendo grandes cantidades en las instituciones y no en estrategias de desinstitucionalización y de servicios que les permitan a las personas con discapacidad vivir en la comunidad. El “Batan” en Puebla recibió $174,195,346.31 (8.472.280 USD) para la operación de la institución y reportó siete muertes por causas ajenas al COVID-19. Lo anterior muestra que el peligro de la institucionalización y la importancia de redireccionar los recursos e invertirlos en la comunidad. Otras instituciones que también reciben un alto presupuesto son: Yucatán con $169,639,984 (8.250.730 USD) Guanajuato con $129,852,046.55 (6.315.570 USD) y Nuevo León con $96,723,022 (4.704.290 USD).
Por medio de la Plataforma Nacional de Transparencia (PNT) se solicitó información referente a la situación de las personas que se encuentran en las instituciones psiquiátricas públicas del país de enero a agosto de 2021. De acuerdo con el directorio de hospitales psiquiátricos en México, hay 33 en 25 estados de la República Mexicana. Algunas de las instituciones reportadas son de consulta externa o de corta estancia, por lo que no se tomaron en cuenta para este análisis. Para este estudio, se solicitó información a 29 instituciones psiquiátricas, sin embargo, para este análisis consideramos instituciones de larga estancia. De las solicitudes que enviamos, no recibimos respuesta de cinco estados; Campeche, Ciudad de México, Hidalgo, Tabasco y Tamaulipas. Lamentablemente, no todas las entidades enviaron la información desagregada por sexo, lo cual dificulta mirar las implicaciones de la pandemia en las mujeres con discapacidad institucionalizadas.
Debido a la naturaleza de las instituciones en donde combinan servicios de consulta externa, corta estancia y larga estancia, es difícil determinar el número de personas institucionalizadas hasta el momento con los datos recibidos vía la PNT. Para este análisis se tomará como referencia el número de personas institucionalizadas en instituciones psiquiátricas de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda de 2020 en los Resultados Complementarios del Cuestionario de Alojamientos de Asistencia Social que arroja un total de 5,075 personas.
Con respecto a los casos reportados por COVID-19 en las instituciones psiquiátricas, los Estados reportaron 324 casos, de los cuales, 131 corresponden a mujeres. De las personas que contrajeron el virus, 61 de ellas tenía otras comorbilidades como, por ejemplo, diabetes, hipertensión, obesidad, entre otras, lo que coloca su vida en un mayor riesgo. Por causa del virus, se reportaron cuatro muertes; tres de ellas en el “Hospital Psiquiátrico Granja la Salud Tlazolteotl”, Estado de México y una en el “Hospital Psiquiátrico “Cruz del Norte”, Sonora. Además de las muertes documentadas por COVID-19, los Estados reportaron 15 muertes por otras causas, siendo el Hospital Psiquiátrico Rafael Serrano “El Batán” en Puebla el que mayor número de decesos reportó con siete muertes tan sólo en el primer semestre del año.
La Política Nacional de Vacunación contra el Virus SARS-CoV-2, para a prevención de la COVID-19 publicada en diciembre de 2020 menciona que entre los grupos prioritarios para recibir la vacuna están las personas con discapacidad y personas que residen en los centros de asistencia social y se estarían aplicando en un tercer eje de priorización. Sin embargo, el documento no menciona cuándo ni cómo fueron prioritarias las personas con discapacidad en la estrategia nacional de vacunación. De las solicitudes de información recibidas, de enero a agosto de 2021, los Estados reportaron que 796 personas institucionalizadas tienen el esquema completo de vacunación y sólo 71 una sola dosis. Es decir, de 5,075 personas con discapacidad que viven en instituciones psiquiátricas, sólo el 15.6% tiene el esquema completo de vacunación y el 1.39% cuenta con una dosis. Esto deja a las personas con discapacidad institucionalizadas en riesgo de contraer el virus.
Se preguntó a las entidades sobre cómo se ha visto afectada la salud mental de las personas a lo cual 19 entidades mencionaron que la salud mental de la población se ha visto afectada, no sólo en las personas internas sino en la población en general y en los servicios de consulta externa. Las entidades reportan un incremento en condiciones de salud mental relacionadas con la depresión y ansiedad,
Además, se preguntó si dentro de las instituciones existe alguna estrategia de desinstitucionalización. Diez de ellas mencionaron que están tomando medidas para desinstitucionalizar a la población, sin embargo, reportan acciones aisladas que no corresponden a una estrategia de desinstitucionalización como tal.
Se pudo constatar que las entidades siguen invirtiendo grandes cantidades en las instituciones y no en estrategias de desinstitucionalización y de servicios que les permitan a las personas con discapacidad vivir en la comunidad. El “Batan” en Puebla recibió $174,195,346.31 (8.472.280 USD) para la operación de la institución y reportó siete muertes por causas ajenas al COVID-19. Lo anterior muestra que el peligro de la institucionalización y la importancia de redireccionar los recursos e invertirlos en la comunidad. Otras instituciones que también reciben un alto presupuesto son: Yucatán con $169,639,984 (8.250.730 USD) Guanajuato con $129,852,046.55 (6.315.570 USD) y Nuevo León con $96,723,022 (4.704.290 USD).
Más información:
Disability Rights International https://www.driadvocacy.org/
Más información:
Disability Rights International https://www.driadvocacy.org/
Aunque sí existe un presupuesto asignado para las personas con discapacidad por el ramo de bienestar, es necesario mencionar que no existe un programa específico para atender a las necesidades de las mujeres con discapacidad.
Aunque sí existe un presupuesto asignado para las personas con discapacidad por el ramo de bienestar, es necesario mencionar que no existe un programa específico para atender a las necesidades de las mujeres con discapacidad.