Las mujeres de población callejera están viviendo discriminación, escasez de alimentos y de trabajo. Se enfrentan al aumento de la violencia por parte de la policía, a las detenciones arbitrarias y operativos de limpieza social, también enfrentan especulación sobre la portación del virus, frenando las oportunidades de desarrollo.
Debido a la saturación de los albergues, las mujeres de población callejera no han tenido la posibilidad de contar con toallas sanitarias o espacios para bañarse.
“Han aumentado 100% las personas en situación de calle; también personas de la tercera edad. Hace unos días me trajeron a una compañera que era una empleada del hogar, pero se enfermó de COVID-19 y la corrieron. La señora vivía en casa de sus patrones, por lo que fue a dar a la calle. Más gente y más mujeres han empobrecido estos meses”
“Nosotros vamos al albergue y nos hacen caras, no nos dan atención porque luego, luego te toman en un concepto como ratero, violento, mugriento, todo eso” (Mario, 17 años en la calle)
Las mujeres de población callejera vieron profundizada la vivencia de discriminación, escasez de alimentos y de trabajo. Se han enfrentado a un aumento desmedido de la violencia por parte de la policía, a las detenciones arbitrarias y operativos de limpieza social, pues son un sector bastante estigmatizado por la creencia del incumplimiento de las indicaciones de salud por confinamiento.
Las poblaciones callejeras viven discriminación constante por parte de las instituciones y la ciudadanía. Esta situación se ha agravado, ya que desde octubre de 2019 han aumentado los operativos de limpieza social en la Ciudad de México, consisten en acciones dirigidas a desalojar, retirar o reubicar a la población callejera que vive en ciertos lugares, sin que haya justificación legal alguna, sino sólo atendiendo a peticiones de otras personas que no desean la presencia de esta población.
El Caracol ha documentado violaciones en contra de los derechos de las la población callejera vinculadas con violencia policial, tortura hacia las mujeres, separación forzada de la infancia y negación de los servicios de salud. Además, las poblaciones callejeras son invisibilizadas social, política e institucionalmente, prueba de ello es su omisión en los censos y el diseño de políticas públicas.
Incluso, cuando se habla de las poblaciones que viven en los alojamientos de asistencia social, no existe información detallada sobre ellas. Lo cual impide tener datos sobre quiénes son, dónde se encuentran o qué hacen para realizar un diseño adecuado de las políticas públicas que incluya y permita conocer el impacto en esta población de la pandemia por COVID-19.
Por otro lado, las declaraciones del presidente Andrés Manuel López Obrador en contra de las organizaciones de la sociedad civil han tenido un impacto negativo, no sólo por la disminución y cancelación de presupuestos, sino por la imposibilidad de dialogar con las instancias encargadas de la atención a las poblaciones callejeras.
La pandemia y el confinamiento aumentaron la precariedad de las poblaciones callejeras, la discriminación y la violencia en su contra por parte de la policía y la ciudadanía. Los parques y plazas que habitualmente visitan o habitan se acordonaron y los comedores populares e instituciones han cerrado, por lo que las opciones para descansar o recibir servicios se volvieron aún más limitadas.
Las mujeres de población callejera vieron profundizada la vivencia de discriminación, escasez de alimentos y de trabajo. Se han enfrentado a un aumento desmedido de la violencia por parte de la policía, a las detenciones arbitrarias y operativos de limpieza social, pues son un sector bastante estigmatizado por la creencia del incumplimiento de las indicaciones de salud por confinamiento.
Las poblaciones callejeras viven discriminación constante por parte de las instituciones y la ciudadanía. Esta situación se ha agravado, ya que desde octubre de 2019 han aumentado los operativos de limpieza social en la Ciudad de México, consisten en acciones dirigidas a desalojar, retirar o reubicar a la población callejera que vive en ciertos lugares, sin que haya justificación legal alguna, sino sólo atendiendo a peticiones de otras personas que no desean la presencia de esta población.
El Caracol ha documentado violaciones en contra de los derechos de las la población callejera vinculadas con violencia policial, tortura hacia las mujeres, separación forzada de la infancia y negación de los servicios de salud. Además, las poblaciones callejeras son invisibilizadas social, política e institucionalmente, prueba de ello es su omisión en los censos y el diseño de políticas públicas.
Incluso, cuando se habla de las poblaciones que viven en los alojamientos de asistencia social, no existe información detallada sobre ellas. Lo cual impide tener datos sobre quiénes son, dónde se encuentran o qué hacen para realizar un diseño adecuado de las políticas públicas que incluya y permita conocer el impacto en esta población de la pandemia por COVID-19.
Por otro lado, las declaraciones del presidente Andrés Manuel López Obrador en contra de las organizaciones de la sociedad civil han tenido un impacto negativo, no sólo por la disminución y cancelación de presupuestos, sino por la imposibilidad de dialogar con las instancias encargadas de la atención a las poblaciones callejeras.
La pandemia y el confinamiento aumentaron la precariedad de las poblaciones callejeras, la discriminación y la violencia en su contra por parte de la policía y la ciudadanía. Los parques y plazas que habitualmente visitan o habitan se acordonaron y los comedores populares e instituciones han cerrado, por lo que las opciones para descansar o recibir servicios se volvieron aún más limitadas.
La situación ha sido difícil para las personas que viven en las calles y requieren albergues, ya que éstos se encuentran saturados como ha señalado Almudena Ocejo, secretaria de Inclusión y Bienestar Social de la Cdmx.
A un año del confinamiento, no hay información oficial disponible sobre el número de casos y las condiciones en las que se encuentran quienes podrían estar contagiadas de COVID-19 en esta población. Algunos medios de comunicación han informado de supuestos casos, pero ninguna autoridad ha confirmado la veracidad de los hechos.
Las mujeres de población callejera viven de manera compleja la pandemia, ya que no tienen acceso al agua, los servicios sanitarios son limitados y no tienen posibilidad de contar con toallas sanitarias o espacios para bañarse. Aunado a que, el cuidado de las y los niños, así como las personas enfermas o mayores, depende de ellas casi en su totalidad. Al no contar con guarderías, escuelas o espacios de esparcimiento, las tareas de cuidado ocupan el doble de su tiempo, provocando estrés y ansiedad en ellas y sus familias ante la incertidumbre de cuándo podrán retomar sus actividades habituales.
Enfrentan, todos los días el riesgo constante de que les quiten a sus hijas e hijos. En tiempos de COVID-19 han aumentado los operativos del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia de la Ciudad de México (DIF) con el objetivo de proteger la salud de los niñas, niños y adolescentes alejándolos de las calles durante la pandemia, pero estos operativos derivan en separación familiar violenta.
La situación ha sido difícil para las personas que viven en las calles y requieren albergues, ya que éstos se encuentran saturados como ha señalado Almudena Ocejo, secretaria de Inclusión y Bienestar Social de la Cdmx.
A un año del confinamiento, no hay información oficial disponible sobre el número de casos y las condiciones en las que se encuentran quienes podrían estar contagiadas de COVID-19 en esta población. Algunos medios de comunicación han informado de supuestos casos, pero ninguna autoridad ha confirmado la veracidad de los hechos.
Las mujeres de población callejera viven de manera compleja la pandemia, ya que no tienen acceso al agua, los servicios sanitarios son limitados y no tienen posibilidad de contar con toallas sanitarias o espacios para bañarse. Aunado a que, el cuidado de las y los niños, así como las personas enfermas o mayores, depende de ellas casi en su totalidad. Al no contar con guarderías, escuelas o espacios de esparcimiento, las tareas de cuidado ocupan el doble de su tiempo, provocando estrés y ansiedad en ellas y sus familias ante la incertidumbre de cuándo podrán retomar sus actividades habituales.
Enfrentan, todos los días el riesgo constante de que les quiten a sus hijas e hijos. En tiempos de COVID-19 han aumentado los operativos del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia de la Ciudad de México (DIF) con el objetivo de proteger la salud de los niñas, niños y adolescentes alejándolos de las calles durante la pandemia, pero estos operativos derivan en separación familiar violenta.
Para hacer frente a estas afectaciones, el gobierno mexicano ha llevado a cabo algunas acciones que contemplan:
Para hacer frente a estas afectaciones, el gobierno mexicano ha llevado a cabo algunas acciones que contemplan:
Más información:
Brigada callejera de apoyo a la mujer “Elisa Martínez”, A.C. http://brigadaac.mayfirst.org/
El Caracol A.C. https://elcaracol.org.mx/
Más información:
Brigada callejera de apoyo a la mujer “Elisa Martínez”, A.C. http://brigadaac.mayfirst.org/
El Caracol A.C. https://elcaracol.org.mx/
Para las mujeres en situación de calle las oportunidades han disiminuido, aumentando la discriminación, la escasez y la invisibilización de esta población, que incluso se enfrenta a un rechazo institucional que se deriva en la falta de programas que sean asignados con un presupuesto de egresos de la federación para darles un apoyo y atención.
Para las mujeres en situación de calle las oportunidades han disiminuido, aumentando la discriminación, la escasez y la invisibilización de esta población, que incluso se enfrenta a un rechazo institucional que se deriva en la falta de programas que sean asignados con un presupuesto de egresos de la federación para darles un apoyo y atención.