Las niñas y adolescentes, a más de un año de la pandemia, siguen invisibilizadas en la atención de COVID-19. Las principales causas de orfandad en el país son el contagio y los feminicidios. Aunado a los altos índices de violencia e impunidad que, tras la pandemia, las niñas, niños y adolescentes han tenido que enfrentar, dejando como resultado la deserción escolar y el aumento del trabajo infantil.
La violencia que han enfrentado niñas y adolescentes ha dejado como resultado la deserción escolar y el aumento del trabajo infantil.
“63% de entre uno y 14 años de edad ha sufrido algún tipo de violencia, 18% de los de menos de cinco años no tiene un nivel adecuado de desarrollo, 33% de entre cinco y 11 años padece obesidad y sobrepeso, 82% no alcanza los aprendizajes esperados y 51% vive en situación de pobreza”
Las niñas y adolescentes están invisibilizadas en la atención del COVID-19, en gran medida porque epidemiológicamente el virus les ha afectado menos, tanto por la edad como por el sexo. Sin embargo, se enfrentan a diferentes tipos de violencia, incluida la violencia familiar, así como la posibilidad de que se incrementen las brechas de género por los trabajos de cuidados, escolaridad, entre otros de las se ha responsabilizado a las mujeres.
En México las niñas, niños y adolescentes enfrentan múltiples desigualdades respecto a sus derechos a la salud, a una vida libre de violencia, a la alimentación, a la educación, participación, reducción de presupuesto, entre otros. Como consecuencia de estas desigualdades, las niñas y adolescentes presentan una alta incidencia en comorbilidades y otras afectaciones a su salud que les coloca en riesgo de sufrir una versión de COVID-19 de forma letal.
Además, de acuerdo con CONEVAL, 4.8 millones de niñas, niños y adolescentes no asistían a la escuela antes de la pandemia. Asimismo, de acuerdo con datos del INEGI, se estima que 3.27 millones de niñas, niños y adolescentes de 5 a 17 años se encontraban en condición de trabajo infantil en 2019, de las cuales casi cuatro de cada 10 eran mujeres. Y 49.6% de la niñez y adolescencia en México vivía en situación de pobreza en 2018 de acuerdo con CONEVAL.
Respecto a la violencia que enfrentan, 63% de las niñas y niños de entre 1 y 14 años han experimentado al menos una forma de disciplina violenta durante el último mes, e independientemente del tipo de acto, las mujeres son más violentadas que los hombres en sus entornos familiares, especialmente entre los 14 y 15 años de forma casi igual por sus hermanos, madre y padre (UNICEF, 2019).
Las niñas y adolescentes están invisibilizadas en la atención del COVID-19, en gran medida porque epidemiológicamente el virus les ha afectado menos, tanto por la edad como por el sexo. Sin embargo, se enfrentan a diferentes tipos de violencia, incluida la violencia familiar, así como la posibilidad de que se incrementen las brechas de género por los trabajos de cuidados, escolaridad, entre otros de las se ha responsabilizado a las mujeres.
En México las niñas, niños y adolescentes enfrentan múltiples desigualdades respecto a sus derechos a la salud, a una vida libre de violencia, a la alimentación, a la educación, participación, reducción de presupuesto, entre otros. Como consecuencia de estas desigualdades, las niñas y adolescentes presentan una alta incidencia en comorbilidades y otras afectaciones a su salud que les coloca en riesgo de sufrir una versión de COVID-19 de forma letal.
Además, de acuerdo con CONEVAL, 4.8 millones de niñas, niños y adolescentes no asistían a la escuela antes de la pandemia. Asimismo, de acuerdo con datos del INEGI, se estima que 3.27 millones de niñas, niños y adolescentes de 5 a 17 años se encontraban en condición de trabajo infantil en 2019, de las cuales casi cuatro de cada 10 eran mujeres. Y 49.6% de la niñez y adolescencia en México vivía en situación de pobreza en 2018 de acuerdo con CONEVAL.
Respecto a la violencia que enfrentan, 63% de las niñas y niños de entre 1 y 14 años han experimentado al menos una forma de disciplina violenta durante el último mes, e independientemente del tipo de acto, las mujeres son más violentadas que los hombres en sus entornos familiares, especialmente entre los 14 y 15 años de forma casi igual por sus hermanos, madre y padre (UNICEF, 2019).
De acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), una de las grandes preocupaciones frente a COVID-19 en la niñez y la adolescencia es que la baja incidencia de la enfermedad a nivel clínico les invisibiliza y les coloca en mayor riesgo. De acuerdo con cifras de la Secretaría de Salud, hasta el 7 de marzo de 2021, 47,851 niños, niñas y adolescentes han sido contagiados por el virus (de los cuales 23,717 son mujeres) y se reportan 512 defunciones (231 mujeres).
Otra de las profundas afectaciones a las niñas, niños y adolescentes tiene que ver con el cierre de escuelas en todo el país que afectó a 37,589,611 alumnos y alumnas en México. A pesar de diversos esfuerzos para mitigar el cierre de escuelas, como el programa “Aprende en casa”, estas medidas excluyen a la población más vulnerable. De acuerdo con datos oficiales, en 2020, 8.6% de los hogares no disponía de un televisor, 62.2% de los hogares no contaba con una computadora y 47.7% de los hogares no contaba con internet, por lo que muchas niñas y adolescentes tienen pocas o nulas oportunidades de aprendizaje. De hecho, algunos de los estragos de esta pandemia en la educación ya pueden ser observados en los resultados de la Encuesta ECOVID-ED 2020. De acuerdo con el INEGI, 194,264 mujeres de entre 3 y 29 años no concluyeron el ciclo escolar 2019/20 por alguna razón asociada a COVID-19. Además, 1,053,875 mujeres del mismo rango de edad no se inscribieron al ciclo escolar 2020/21, teniendo como razón principal la pandemia. Factores como la disminución del poder adquisitivo de las familias, la precarización, la disparidad salarial, la migración laboral y el desplazamiento forzado son algunas de las causas que han permitido que 13.6% de menores de 5 a 17 años y 9.2% de las niñas en el país realicen trabajo infantil. Al menos 210,000 niñas, niños y adolescentes, muchos de ellos estudiantes, empezarán a trabajar por primera vez en nuestro país a causa de la crisis económica por COVID-19. Resulta necesario mencionar la vulnerabilidad económica y social en la que se encuentran las niñas y mujeres, ya que, con datos a mayo de 2020, 62.2% de las personas que trabajaban en hogares con niñas, niños y adolescentes laboraban en el sector informal, lo que les imposibilitaba el resguardo domiciliario.
De acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), una de las grandes preocupaciones frente a COVID-19 en la niñez y la adolescencia es que la baja incidencia de la enfermedad a nivel clínico les invisibiliza y les coloca en mayor riesgo. De acuerdo con cifras de la Secretaría de Salud, hasta el 7 de marzo de 2021, 47,851 niños, niñas y adolescentes han sido contagiados por el virus (de los cuales 23,717 son mujeres) y se reportan 512 defunciones (231 mujeres).
Otra de las profundas afectaciones a las niñas, niños y adolescentes tiene que ver con el cierre de escuelas en todo el país que afectó a 37,589,611 alumnos y alumnas en México. A pesar de diversos esfuerzos para mitigar el cierre de escuelas, como el programa “Aprende en casa”, estas medidas excluyen a la población más vulnerable. De acuerdo con datos oficiales, en 2020, 8.6% de los hogares no disponía de un televisor, 62.2% de los hogares no contaba con una computadora y 47.7% de los hogares no contaba con internet, por lo que muchas niñas y adolescentes tienen pocas o nulas oportunidades de aprendizaje. De hecho, algunos de los estragos de esta pandemia en la educación ya pueden ser observados en los resultados de la Encuesta ECOVID-ED 2020. De acuerdo con el INEGI, 194,264 mujeres de entre 3 y 29 años no concluyeron el ciclo escolar 2019/20 por alguna razón asociada a COVID-19. Además, 1,053,875 mujeres del mismo rango de edad no se inscribieron al ciclo escolar 2020/21, teniendo como razón principal la pandemia. Factores como la disminución del poder adquisitivo de las familias, la precarización, la disparidad salarial, la migración laboral y el desplazamiento forzado son algunas de las causas que han permitido que 13.6% de menores de 5 a 17 años y 9.2% de las niñas en el país realicen trabajo infantil. Al menos 210,000 niñas, niños y adolescentes, muchos de ellos estudiantes, empezarán a trabajar por primera vez en nuestro país a causa de la crisis económica por COVID-19. Resulta necesario mencionar la vulnerabilidad económica y social en la que se encuentran las niñas y mujeres, ya que, con datos a mayo de 2020, 62.2% de las personas que trabajaban en hogares con niñas, niños y adolescentes laboraban en el sector informal, lo que les imposibilitaba el resguardo domiciliario.
En el caso de México, lamentablemente lo que hemos tenido es un abandono hacia la protección efectiva de los derechos de las niñas, niños y adolescentes. El Estado mexicano sigue sin tomar responsabilidad ni medidas para atender problemas como la protección del interés superior de la niñez en la crisis migratoria, en el aumento del trabajo infantil, la violencia en los hogares, la deserción escolar, entre otros. Con respecto a las infancias, hay diversas crisis que no han sido priorizadas ni atendidas; podemos destacar que las acciones gubernamentales, por el contrario, han puesto a esta población en un mayor estado de vulnerabilidad y riesgo. Un ejemplo de esto es el desabasto de medicamentos, vacunas e información acerca de la letalidad de este grupo con respecto a COVID-19 y el regreso a clases.
En el caso de México, lamentablemente lo que hemos tenido es un abandono hacia la protección efectiva de los derechos de las niñas, niños y adolescentes. El Estado mexicano sigue sin tomar responsabilidad ni medidas para atender problemas como la protección del interés superior de la niñez en la crisis migratoria, en el aumento del trabajo infantil, la violencia en los hogares, la deserción escolar, entre otros. Con respecto a las infancias, hay diversas crisis que no han sido priorizadas ni atendidas; podemos destacar que las acciones gubernamentales, por el contrario, han puesto a esta población en un mayor estado de vulnerabilidad y riesgo. Un ejemplo de esto es el desabasto de medicamentos, vacunas e información acerca de la letalidad de este grupo con respecto a COVID-19 y el regreso a clases.
Acciones de visibilidad desde la Red por los Derechos de la Infancia en México:
Desde Balance Promoción para el Desarrollo y Juventud A.C
Más información:
Red por los Derechos de la Infancia – http://derechosinfancia.org.mx
Balance Promoción para el Desarrollo y Juventud A.C– https://www.balancemx.org/
Acciones de visibilidad desde la Red por los Derechos de la Infancia en México:
Desde Balance Promoción para el Desarrollo y Juventud A.C
Más información:
Red por los Derechos de la Infancia – http://derechosinfancia.org.mx
Balance Promoción para el Desarrollo y Juventud A.C– https://www.balancemx.org/
El Programa de apoyo para el bienestar de niñes, hijes de madres trabajadoras (antes Estancias infantiles), junto a las guarderías del IMSS, también benefician en el tema de niñas y adolescentes. La transformación de este en 2018 a un sistema de transferencias no condicionadas no sólo significó un cambio en el funcionamiento sino un recorte de casi el 50%. Aunque en 2021 recibió un pequeño aumento, el dinero público destinado al Programa de apoyo para el bienestar de hijes de madres trabajadoras se ha mantenido casi constante desde entonces. Dado que éste es el cuarto año de implementación, es necesario que se realice una evaluación de resultados para poder estimar si la nueva lógica del programa perjudicó o benefició a la población objetivo.
El Programa de apoyo para el bienestar de niñes, hijes de madres trabajadoras (antes Estancias infantiles), junto a las guarderías del IMSS, también benefician en el tema de niñas y adolescentes. La transformación de este en 2018 a un sistema de transferencias no condicionadas no sólo significó un cambio en el funcionamiento sino un recorte de casi el 50%. Aunque en 2021 recibió un pequeño aumento, el dinero público destinado al Programa de apoyo para el bienestar de hijes de madres trabajadoras se ha mantenido casi constante desde entonces. Dado que éste es el cuarto año de implementación, es necesario que se realice una evaluación de resultados para poder estimar si la nueva lógica del programa perjudicó o benefició a la población objetivo.