Las condiciones laborales de las mujeres como empleadas del sector salud están siendo aún más precarizadas. La pandemia y el confinamiento han reducido sus garantías laborales y hecho imposible conciliar la vida laboral y familiar. Las que son jefas de familia, a pesar del decreto de resguardo, están siendo obligadas a laborar.
Las trabajadoras suplentes han enfrentado la falta de acceso a seguridad social, días de descanso, vacaciones y otras prestaciones laborales.
“Sí hay mucho cansancio emocional de los médicos, de enfermería, he visto enfermeras llorar porque se murió un paciente… enfrentarse diariamente a la muerte y solos por no tener un apoyo cercano” (Dra. Norma Matias, Infectóloga pediatra)
Las condiciones laborales de las mujeres como empleadas del sector salud están siendo aún más precarizadas. La pandemia y el confinamiento han reducido sus garantías laborales y hecho imposible conciliar la vida laboral y familiar. Las que son jefas de familia, a pesar del decreto de resguardo, están siendo obligadas a laborar.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), las mujeres son el 70% del personal sanitario y social en América Latina. Sin embargo, sólo 1 de cada 4 puestos de liderazgo en el sector salud son ocupados por mujeres y existe una brecha salarial de género del 28%. Por lo que las mujeres en el sistema de salud tienen, en general, peores condiciones de trabajo y se encuentran en puestos de menor responsabilidad.
En México, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación, las mujeres son el 79% del personal de enfermería y el 39% del personal médico. Además, existen 2.3 mujeres por cada hombre en la fuerza de trabajo en el sector salud. Lo cual muestra que aunque son mayoría, se enfrentan a múltiples desigualdades, ya que la mayoría son enfermeras, trabajadoras sociales y personal de intendencia.
Además, el Sistema Nacional de Salud se vio afectado por el desmantelamiento continuo de las administraciones federales, lo cual tuvo también consecuencias en la precarización laboral de las mujeres. Las mujeres están en la primera línea de atención a COVID-19 y, por lo tanto, también han sido expuestas a mayores riesgos de contagio y desgaste físico y emocional. Como lo muestran los reportes oficiales, al 16 de junio de 2020, las mujeres representan 57% de los casos positivos al virus y el 29% de las muertes. Las más afectadas por el contagio han sido las enfermeras, quienes en su mayoría son mujeres.
Las condiciones laborales de las mujeres como empleadas del sector salud están siendo aún más precarizadas. La pandemia y el confinamiento han reducido sus garantías laborales y hecho imposible conciliar la vida laboral y familiar. Las que son jefas de familia, a pesar del decreto de resguardo, están siendo obligadas a laborar.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), las mujeres son el 70% del personal sanitario y social en América Latina. Sin embargo, sólo 1 de cada 4 puestos de liderazgo en el sector salud son ocupados por mujeres y existe una brecha salarial de género del 28%. Por lo que las mujeres en el sistema de salud tienen, en general, peores condiciones de trabajo y se encuentran en puestos de menor responsabilidad.
En México, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación, las mujeres son el 79% del personal de enfermería y el 39% del personal médico. Además, existen 2.3 mujeres por cada hombre en la fuerza de trabajo en el sector salud. Lo cual muestra que aunque son mayoría, se enfrentan a múltiples desigualdades, ya que la mayoría son enfermeras, trabajadoras sociales y personal de intendencia.
Además, el Sistema Nacional de Salud se vio afectado por el desmantelamiento continuo de las administraciones federales, lo cual tuvo también consecuencias en la precarización laboral de las mujeres. Las mujeres están en la primera línea de atención a COVID-19 y, por lo tanto, también han sido expuestas a mayores riesgos de contagio y desgaste físico y emocional. Como lo muestran los reportes oficiales, al 16 de junio de 2020, las mujeres representan 57% de los casos positivos al virus y el 29% de las muertes. Las más afectadas por el contagio han sido las enfermeras, quienes en su mayoría son mujeres.
Derivado de la desinformación y el miedo al contagio de COVID-19, el personal médico se ha tenido que enfrentar a situaciones de discriminación y violencia en los espacios públicos o en su vida personal. El patrón común de estas agresiones, como lo señala el informe de la Secretaría de Gobernación (SEGOB), es rociarlas con cloro, impedirles el acceso al transporte público o negarles servicios. Aunque también han habido agresiones físicas y verbales, amenazas de muerte con arma de fuego, se les ha impedido el acceso a sus hogares o se les ha pedido que busquen otro lugar en donde vivir en plena pandemia. De acuerdo con datos de la SEGOB, al 29 de abril -primer periodo de contingencia- se habían registrado 47 agresiones en 22 estados contra profesionales de la salud; el 80% de ellas fueron contra el personal de enfermería y el 70% contra mujeres, lo cual muestra un impacto diferenciado de esta violencia hacia las mujeres del personal de salud.
Las mujeres, como parte del personal de salud, también se han enfrentado a la carencia de insumos médicos suficientes, a la extensión de sus turnos por falta de personal médico y a la falta de acceso a seguridad social, días de descanso, vacaciones y otras prestaciones laborales por ser trabajadoras suplentes.
Este es el caso de María Elena Ponce, trabajadora intendente desde hace 8 años del Hospital Pediátrico de Sinaloa y representante de los trabajadores suplentes, que pese a que con sus recursos se compró un cubrebocas de tela para protegerse, se contagió y tuvo que convencer a sus jefes para que la dejaran aislarse. “Nosotros no tenemos derecho ni siquiera a una prueba, ni a servicios médicos ni a medicamentos”, declaró a Ríodoce.
Derivado de la desinformación y el miedo al contagio de COVID-19, el personal médico se ha tenido que enfrentar a situaciones de discriminación y violencia en los espacios públicos o en su vida personal. El patrón común de estas agresiones, como lo señala el informe de la Secretaría de Gobernación (SEGOB), es rociarlas con cloro, impedirles el acceso al transporte público o negarles servicios. Aunque también han habido agresiones físicas y verbales, amenazas de muerte con arma de fuego, se les ha impedido el acceso a sus hogares o se les ha pedido que busquen otro lugar en donde vivir en plena pandemia. De acuerdo con datos de la SEGOB, al 29 de abril -primer periodo de contingencia- se habían registrado 47 agresiones en 22 estados contra profesionales de la salud; el 80% de ellas fueron contra el personal de enfermería y el 70% contra mujeres, lo cual muestra un impacto diferenciado de esta violencia hacia las mujeres del personal de salud.
Las mujeres, como parte del personal de salud, también se han enfrentado a la carencia de insumos médicos suficientes, a la extensión de sus turnos por falta de personal médico y a la falta de acceso a seguridad social, días de descanso, vacaciones y otras prestaciones laborales por ser trabajadoras suplentes.
Este es el caso de María Elena Ponce, trabajadora intendente desde hace 8 años del Hospital Pediátrico de Sinaloa y representante de los trabajadores suplentes, que pese a que con sus recursos se compró un cubrebocas de tela para protegerse, se contagió y tuvo que convencer a sus jefes para que la dejaran aislarse. “Nosotros no tenemos derecho ni siquiera a una prueba, ni a servicios médicos ni a medicamentos”, declaró a Ríodoce.
Más información:
No se metan con nuestras hijas Sinaloa – @nosemetanconnuestrashijas
Nosotras tenemos otros datos – http://nosotrastenemosotrosdatos.mx/
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Aunque sí existe un presupuesto asignado para la atención del personal de salud, es necesario hablar de las mujeres, pues no existe un programa específico para atender a las necesidades de las mujeres que forman parte del personal de salud.
Aunque sí existe un presupuesto asignado para la atención del personal de salud, es necesario hablar de las mujeres, pues no existe un programa específico para atender a las necesidades de las mujeres que forman parte del personal de salud.